Parte 2

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Llegué cabizbajo hasta la avenida principal, sabía que mi presencia en esas zonas sería fácilmente detectada por los vigilantes; por suerte no había ninguno en los alrededores. Me oculté del aire libre en un rincón entre un viejo edificio de apartamentos y un restaurante cerrado.

Desde allí pude ver a las gentes pasar sin que me vieran prácticamente. Muchos se movían rápidamente entre las multitudes, no querían llegar tarde al trabajo. También había muchos colegiales que caminaban en grupos agitando el ambiente con sus risas y bromas. Por último, estaban los despreocupados que sólo salieron a pasear; ésos eran mi objetivo.

Pasó media hora hasta que vi a una mujer con su hija, veían vidrieras. La mujer no me notó, pero la niña sí. Tenía aproximadamente seis años quizá, la edad de mi hija; me sonrió, yo igual.

La madre, llevaba colgada una cartera muy elegante, pensé que tendría buen dinero allí; pero el collar que llevaba parecía más costoso, y fácil de robar.

Cuando se adelantaron unos diez metros, me despegué de mi escondite y fui tras ellas.

En el momento que llegaran casi a la esquina iba a apurar el paso para darles alcance, arrancaría el collar de la mujer de un tirón y saldría corriendo calle abajo, en dirección al barrio. Era fácil lo que tenía que hacer, pero no salió tan bien.

En el momento que toque el collar, la mujer reaccionó rápidamente volteandose y agarrando mi mano a la vez.

Comenzó a gritar y forcejear conmigo, me asusté mucho y yo no quería lastimarla, no quería hacerlo. La niña también gritaba y lloraba pidiendo ayuda por su madre. Yo saqué el arma sólo para asustarla, sólo debía dejar el collar y listo, todo terminaría. Jamás pensé que, con mi suerte, la bala se encontrara en el tercer cilindro.

Todo pasó muy rápido, las imágenes de gentes corriendo a ver que pasaba, los gritos de la niña; parecía una película, la cual sentí que veía como un espectador.

La mujer me soltó, sus ojos se fueron hacia atrás, y yo corrí, contra mi voluntad mis piernas había comenzado a moverse velozmente.

Voltee la mirada un momento, la niña estaba arrodillada junto a su madre, llorando desconsoladamente. Me miró un segundo y gritó:

–¡Es mi mami! ¡¿Por qué me la quitaste?! ¡¿Por qué?!.  

El valor de una vida.Where stories live. Discover now