-Yo también hablo en serio. Rubiuh, no te preocupeh. Aquí te ehtán tratando bien y hacen todo lo posible por saber quéh...

-Mangel, te estás desviando del tema.

-Y tú también.

Diste un suspiro y cerraste tus ojos.

-Está bien que te enojes. Yo también estoy enojado. Y no sabes cuánto. Ojalá en este momento tuviera la certeza de que saldré de aquí y seguiré mi vida como la estaba siguiendo, junto a ti y mi familia. Pero no la tengo, Mangel. Compréndeme. Necesito que me prometas que todo seguirá bien. Necesito quedarme con la tranquilidad de que seguirás lo mejor que puedas con tu vida. Prométemelo.

Se logró ver el brillo de tus ojos entre tus párpados. Ese brillo que tan pocas veces he visto. Estabas atemorizado y angustiado. Muy angustiado. Demostrabas una angustia capaz de romperme el alma. 

No podía seguir ignorándote con esa mirada clavada en mis ojos. Pero tampoco era capaz de contestar, se me hacía imposible abrir mi boca y expulsar un 'te lo prometo'.

Siempre tuve esperanzas, Rubius. Siempre creí que saldrías de allí y que seguiríamos con nuestras vidas. Que seguiríamos haciendo vídeos. Que seguiríamos viajando. Que seguiríamos viviendo; juntos.

-Te lo prometo, Rubiuh. Te prometo que seguiré porque sé que tú saldráh de aquí y seguiráh a mi lado. Sé que lo haráh. Sé que ereh fuerteh. Sé...

-Sabes muchas cosas, ya me quedó claro. Mangel, no me siento bien. Es posible que...

-Por favoh, no lo digah. Sólo, no lo digah.

Seguías sosteniendo mi mano, pero tu agarre se aflojó y largaste un contagioso bostezo. Levanté mi mano desocupada y comencé a acariciarte esos cabellos castaños. En tus labios se dibujó una pequeña sonrisa, esas en las que no te daba la gana de mostrar tus blancos dientes.

Entonces hiciste algo que me sorprendió: comenzaste a reír. Primero despacito y después a carcajadas. Comenzaron a saltarte las lágrimas. 

-Pero... ¿qué cojoneh?

-Po-ponte a pensar, Ma- Mahe, po-ponte a pensar.

-¿En quéh?- Te dije confundido y con una sonrisa nerviosa, bajando la mano que estaba en tu cabeza, a tu hombro.

-¡Tío! Q-que nuestros suscriptores nunca nos creyeron del todo cuando les decíamos e-en coña que Rubelangel era real. 

Y seguiste riendo, fue hermoso, y me hubiera gustado que ese momento se hiciera eterno. Pero sólo me quedó reír contigo. 

-Terminó el horario de visita-dijo una vieja enfermera apenada de cortar aquellas risas que inundaban el cuarto.

-Te amo mucho, mucho, mi Mahe.

-Te amo mucho, mucho, mi Rubiuh.

Acerqué mi rostro al tuyo, colocando ambas manos a los lados de tu cara, entonces posé mis labios en tu frente. Al alejarme de ti,  sonreías mostrando esos bonitos dientes que tienes.

-Noh vemoh mañanah.

-A no ser...

Recuerdo haber vuelto ese día a mi casa contento por el día que había pasado. Con mis esperanzas renovadas. Había decidido descansar ese día para ir con energía al día siguiente al horario de visitas. 

Pero la vida siempre nos caga, siempre.

No me había dado cuenta, pero aquella sonrisa había sido la última que me habías dedicado en vida. 

¿Por qué?-[RUBELANGEL]-Where stories live. Discover now