Duele.

Duele muchísimo más de lo que creí que podría dolerme algo.

No puedo dormir ni tengo apetito. Como porque tengo que hacerlo. Y cuando me duermo es porque colapso. 

Y entonces, cuando creo que ya no me quedan más lágrimas, Rubius, entonces la vida me caga y me empieza a mojar la cara con ese agua salada. Y creo que me voy a aliviar, pero no, todavía no. Nunca he llorado tanto a alguien. 

Y me he preguntado todo este tiempo: ¿qué hubiera pasado si te hubieran descubierto esa enfermedad a tiempo? ¿Qué hubiera pasado si reaccionabas bien al tratamiento? 

¿Por qué?

No me parece necesario todo lo que has sufrido, no me parece justo. 

Recuerdo que la semana antes de que... te fueras, mantuvimos una corta charla.

Me mirabas con tus ojitos verdes ya pequeñitos en tu cara hinchada, y me tomaste de la mano para llamar mi atención.

 -¿Qué quieres para tu cumpleaños, Mangel?

 -Que estéh bien y a mi lado. Nadah máh quieroh.

Me lanzaste una mirada triste y frunciste tus labios.

-Sí, gilipollas, ya sé eso. Pero qué quieres. Dime, ¿qué quieres que te regale?

-Nadah, Rubiuh. Sólo quiero que estéh bien. 

-¡Eres terco, Mangel! ¿Qué quieres que te regale? ¡Quiero regalarte algo!

-¡Que no te preocupeh, hombre! Que no quiero nadah material. 

Entonces me soltaste la mano. Estabas cabreado. Te mordías los labios, ya pálidos por esa enfermedad que aún no te descubrían. Mirabas a un punto inexistente con el ceño fruncido. Te veías vulnerable. Parecías un niño. Ya te estábamos perdiendo. 

Y no aguanté más. Acerqué mi cara a la tuya y sin darte tiempo te di un suave beso en esos labios que tanto he degustado antes. Me hubiera gustado poner pausa a ese momento para seguir sintiendo el tacto frío de tus labios al menos por unos pocos segundos más. 

Al alejarme me mirabas avergonzado pero con una leve sonrisa en tus labios. 

-Hijo de puta. 

-Siempre lo mismo, tío, siempre lo mismo. Yo también te amo.

Tus dedos índice se levantaron débilmente y de tus labios fruncidos salía ese sonido que caracterizaba a Ust, mi querido Ust.

-¿Por qué siempre sale Ust cuando te digo algo bonito?

-Porque le haces feliz. 

Volviste a tomar mi mano y a acariciarla con tu dedo pulgar. Tus ojos verdes seguían el movimiento de tu dedo y la comisura de tus finos labios estaban levemente levantados. 

-Tengo miedo.

-¿Quéh? ¿Por quéh?

-Prométeme algo, Mangel. Prométeme que en el caso de que me suceda algo malo, no te tomarás a pecho lo de los elefantes.

-¿Quéh? ¿Lo de que si se separan se estresan y mueren?

-Sí, eso- me dijiste con tus mejillas sonrojadas.

-No te preocupeh por eso- dije, metiendo mis dedos entre tus cabellos castaños.

Quitaste mi mano con dificultad y me miraste fríamente a los ojos.

-Hablo en serio, Mangel. Prométeme que si me llega a pasar algo, tú seguirás con tu vida.

Silencio.

¿Por qué?-[RUBELANGEL]-حيث تعيش القصص. اكتشف الآن