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Capítulo dieciocho.

Me desperté y esta vez no por los rayos del sol tocando mis perfectos parpados cerrados —Solo bromeo— sino que por la fuerte lluvia que caía sobre el autobus a la hora de las 05:00 AM. Me senté en la cama y bostecé. Me levanté con pereza y caminé hacia el baño.

Me observé al espejo y ¡Joder! Tengo unas ojeras de mil metros y es que el dormir solo tres horas por noche no me favorece en nada. Lavé mi rostro con desesperación, como si eso fuera a quitarlas... Pero nada. Suspiré resignado y me metí a la ducha fría... Muy fría para mi gusto, luego tomé ropa que había dejado en la tapa del inodoro, poniendome primero los boxers, luego unos jeans negros, un polerón blanco algo holgado, al cual remangué las mangas hasta mis codos, terminando con unas supras del mismo color. Sequé mi cabello y luego lo peiné con gel como de costumbre, para luego echarme algo de perfume.

Miré mi reflejo nuevamente, al menos ahora me veía un poco más desente. Salí del baño encontrandome con la mayoría ya levantados, los saludé y fui hacia la habitación a despertar a Swaggy. Fruncí el ceño al ver que no estaba en su cama. Paseé mi mirada por toda la habitación y no había nadie, hasta que sentí unas manos cubrir mis ojos, sonreí.

—Ryan, mi amor. ¿Desde cuándo tienes manos tan pequeñas? —Bromeé— Swaggy... —Me giré, quitando sus manos de mis ojos sin mayor trabajo, la tomé de la cintura y la acerqué a mí— hola —dí un pequeño beso en sus labios— 

—Buenos días —Saludó y pasó sus manos por mi cuello— Te levantaste muy temprano —frunció el ceño— 

—Es que la lluvia no me dejó dormir más y no aguanto estar acostado sin hacer nada —hice una mueca, ella rió y besó mi nariz— mh... —basilé y acuné su rostro entre mis manos, uniendo nuestros labios en un largo beso.

Hace tiempo no la besaba así. Sonreí entre el beso y luego la abracé fuertemente, con miedo a que algún día ella no estuviera junto a mí... No sé por qué.

—¿Qué sucede? — 

—Nada ¿Por qué? —Lamí mis labios— 

—Es que me abrazaste como súper sobreprotector —rió— 

—¿Acaso no puedo abrazar a mi novia? —elevé una ceja— 

—No soy tu novia, Justin.

Oh claro, somos "algo".

Yo tenía que solucionar esto ahora mismo.

*

—¿Entonces que me dicen? — Pregunté

—¿De que? — Pregunto Fredo mirando la pantalla de la televisión

Oh Oops!, llevaba 45 minutos tratando de pedirle ayuda a los mal nacidos de Christian, Ryan, Scooter y Fredo. Y los muy imbéciles de Oops! estaban pegados en la estúpida Xbox jugando un partido de futbol. Dos contra dos. Quería matarlos.. Aquí yo, la super estrella que escribe canciones hermosas pero no sabe que hacer con su chica necesita ayuda.. ¿Alguien me escucha?

—Oh, ustedes son unos hijos de perra! — Grite y patee la Xbox. 

Ellos me miraron asustados y enojados por que hice trisas la consola. Estos son los momentos en los que soy feliz por tener mucha plata. Puedo comprar otra.