Dos.

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Salí del trabajo rumbo a casa, quería llegar a mi hogar luego de una semana agotadora.
Aún tenía trabajo; corregir exámenes para que luego del fin de semana pudiera sacarmelos de encima.

Salir del establecimiento Françoise-Dupont y mirar para la derecha, me da nostalgia. Eso se debe porque en esa esquina esta mi antiguo hogar junto con la panadería de mi madre, uno arriba del otro.
Recuerdo ese lugar alegre, lleno de aromas exisitos y muchas risas. No esta de más decir que todo eso cambio luego de la muerte de mi madre, quien murió después de ser atropellada por un maldito adolescente.
Eso trajo grandes problemas, cada vez teníamos menos gente y menos dinero, mi padre comenzó a tomar y apostar haciéndonos quedar en deuda y para sobrevivir, fuimos obligados a vender ese lugar...

- Se que algún día volveré aquí.-dije mientras tocaba la ventana tapada con madera, hace años que ese lugar había cerrado y los nuevos dueños desaparecidos.

Me fui de aquel sitio y luego de unos minutos llegue a mi casa, un complejo de apartamentos en donde vivo con mis hermanos que, para mi suerte son gemelos. Aún que es pequeño ese lugar, supimos acomodarnos bien para seguir con nuestras vidas... Pero, sin mi padre.

Saqué las llaves de mi bolso y me dispuse a abrir la puerta, pero en cuanto vi esta, estaba entre abierta.
Abrí de golpe y contemple la escena, toda la sala y las habitaciones echas un lío.. Me tranquilice al recordar que Bridgette y Bastian se quedarían en casa de unos amigos asi que sabía que no estaban en peligro.

-¿Qué demonios sucedió aquí?-me dije mientras cerraba la puerta. Comenze a caminar entre aquel desastre y justo en la puerta de mi habitación, estaba pegado con cinta un pedazo de papel arrugado. Sin dudar, lo tome y leí.

"Hija, perdón por el desorden. Tomé tus ahorros para irme de la ciudad, si me quedo, los Agreste me matarán por la deuda que a ti te ordenó a pagar...
Por favor, deposita dinero en tu cuenta para mi."

-¡Ese maldito hijo de la...!-me callé mientras respiraba profundo. Necesitaba tranquilizarme y pensar.- No lo creo, conformate con mis ahorros.-pensé.

Agarre mi móvil, necesitaba avisar al banco sobre esto y evitar que robe lo que con mucho esfuerzo consegui. Así, logre pasar todo lo que tenía en otra cuenta, no podía darle el lujo de gastar lo último que teníamos...
Feliz pero con enojo, comenze a limpiar el desorden hasta que el sonido del timbre hizo que parará. Abrí y me alarme al ver tres hombres de negro.

-¿Usted es Marinette Dupain-Cheng?- preguntó el que estaba en medio. Era el más bajito de los tres.

-Así es, ¿quienes son ustedes?-pregunte casi escondiendome detras de la puerta.

-Mi señor desea tener una reunión con usted con respecto a su padre.

- ¡No tengo nada que ver con ese hombre...!, ¡el acaba de robarme y destruyó toda mi casa!.-dije mientras cerraba de a poco la puerta- Asique por favor, retirense...

Traté de cerrar, pero uno de los gorilas sostuvo la puerta con fuerza para evitar que la cerrará.

-Por favor Señorita, nuestro señor fue muy insistente.-dijo. Me quedé pensando unos minutos, tal vez sea mejor acabar con todo esto ya y dejar en claro que no pagaré esa deuda.

-¡Esta bien!, pero dile a Mr. Musculo que deje mi puerta...-señale al hombre y el bajito hizo una seña con su mano para que dejara por fin mi puerta.

-Por favor, acompañenos.-extendió su mano apuntando a un auto estacionado, salí pero sin antes agarrar mi bolso con mis pertenencias.

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¡Domando A La Fiera! ||Adrianette||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora