–Oh, vamos, Reedus, asume que te gusta. –Jeffrey rio, dándome un par de palmadas en la espalda–. Y podría asegurar que tú también le gustas, he notado cómo te coquetea.
–Claro que no –Susurré, con mis acciones contradiciéndome, porque, yo no podía dejar de mirarla–, es una pendeja.
Reía con sus amigas, en aquel bar, sin percatarse de mi presencia y, debía confesar que, eso me molestaba un poco. Se puso de pie, caminando hasta la barra y suspiré, volviendo la vista a mi acompañante de esta noche de tragos.
–Bueno, de todos modos, está fuera de tu alcance, viejo. –Dijo y fruncí el ceño.
–¿Qué? –Espeté–. Claro que no, podría tenerla si quisiera. Podría tenerla loca por mí, lo apuesto. De hecho, ¿quieres apostarlo?
–¿Ah sí?, esto suena más divertido ahora que has usado la palabra apuesta –Dean Morgan relamió sus labios, con una sonrisa medio maliciosa sobre estos–. Entonces, ¿cuánto apuestas, amigo mío?
–Mil dólares. –Sonreí, seguro.
Estrechamos las manos y Jeff se rio, cuando me puse de pie. Me acomodé la chaqueta, bebí el resto de whisky que quedaba en mi vaso, ahora vacío, y, sin pensarlo más, avancé hasta ella. Aquí vamos.
¿Qué tan difícil podía ser enamorar a una jovencita como ella?
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Bueno, para la que saben, estoy tan deprimida por haber terminado mi primera historia de Norman, que no me aguanté y subí la segunda de inmediato :(
