—Ese tipo apesta en general, Nox —le recordó Aidur con cierta malicia—. Pero allá tú. Ningún hombre le llegará jamás a la suela de los zapatos a Rick.

—Se nota que conoce a pocos, Parente. Bastian, ¿me acompañas?

Bastian y Daniela abandonaron la sala dejando sus tazas humeantes sobre la mesa. Guzmán ya estaba lo suficientemente recuperado para poder entablar una conversación por lo que, siguiendo las órdenes de Aidur, volvería a interrogarle para comprobar por octava vez su versión. Si como había hecho hasta entonces la seguía manteniendo empezaría a tomarla en consideración. De lo contrario, Daniela empezaría a plantearse seriamente la posibilidad de expulsarle de la Fortaleza. Aquel tipo iba a acabar causándole problemas: sus interrogatorios y visitas ocupaban mucho tiempo; demasiado. Claro que eso no era un problema. El trabajo, en el fondo, era trabajo. Lo realmente preocupante era que le encantaba perder el tiempo con él. A Daniela le encantaba su compañía y, cuanto más tiempo pasaban juntos, más y más le gustaba. Tanto que empezaba a plantearse seriamente la posibilidad de expulsarle.

Ella no necesitaba aquel tipo de distracciones...

Aprovechando su partida, Aidur se bebió de un sorbo su taza y robó la de Daniela, la cual, ésta ni tan siquiera había probado. Las tazas que había adquirido Nox en la última compra tenían la capacidad de mantener la temperatura deseada de la bebida, pero acostumbrado a beberlo a prisa tal y como siempre había hecho hasta entonces, antes de que se enfriase, no pudo evitar vaciar también la segunda de un par de tragos.

—¿Quieres la mía también? —ofreció Adam en tono jocoso—. Si quieres puedes beberte también el agua de los jarrones, por mí no hay problema. Estamos entre amigos.

—Desde luego que lo estamos, y ahora que ni tu agente ni el mío están presentes, más aún —respondió Aidur con complicidad—. ¿Qué ha pasado? ¿A qué se debe tu presencia aquí? Novikov también me preocupa, te lo aseguro, no me gusta la facilidad con la que ha llegado a Jared y al gobernador, pero teniendo en cuenta su cargo, no es de extrañar.

—Personalmente esperaba que el maestro tardase un poco más en bajarse los pantalones, Aidur. Me inquieta que pase tanto tiempo con él; por lo que tengo entendido, Novikov pasa de la mansión del gobernador a la de Jared como quien cambia de camisa. Y en ambos sitios es muy bien recibida...

Aidur frunció el ceño. Conocía lo suficientemente bien al maestro Schreiber como para confiar plenamente en su criterio; lo había hecho hasta ahora y seguiría haciéndolo hasta que le diesen motivos para lo contrario, pero en aquella ocasión no podía evitar que las dudas le asaltaran. Ciertamente, Schreiber había demostrado en muchas ocasiones ser un más que eficaz Parente, tenía respuestas a todo y, al mando del equipo de Tempestad en Mercurio, había conseguido grandes éxitos. Sin embargo, la aparición de Novikov había complicado notablemente las cosas. Desde su llegada, Jared se había mantenido en la sombra, a la espera, y no solo no había apoyado a sus dos Parentes sino que, lejos de acudir en su ayuda cuando más necesario había sido, tanto en la intoxicación de Van Kessel como en el accidente de Kandem, había aguardado oculto en su "cueva", esperando la llegada de Novikov. ¿Y todo para qué? ¿Para mantener su posición?

Aidur quería pensar que no, que Jared estaba por encima de todo aquello, pero teniendo en cuenta los resultados vistos en otros planetas tras las auditorías, no iba a culparle por ello. En el fondo, incluso le entendía.

—Además, le está dando demasiadas libertades. La redada al consejo de Nifelheim me dejó anonadado.

—No eres el único —admitió Aidur—. Me resulta sorprendente que, después de tanto tiempo, hayan decidido intervenir ahora, cuando menos problemas daban. ¿Qué esperaban? ¿Qué se mantuviesen calladitos y encerrados en sus casas, a la espera? —Sacudió la cabeza—. No sé qué pensar: me da la sensación de que esto va a acabar mal.

ParenteWhere stories live. Discover now