Capítulo 8

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Capítulo 8

El último cambio de planes no le gustaba en absoluto. Ansioso por poder regresar lo antes posible a Kandem, el hecho de tener que quedarse en la Fortaleza a la espera de la inminente llegada de Novikov había resultado ser una auténtica agonía. Aidur deseaba poder salir del edificio, alejarse de cuanto había vivido en los últimos días y en las últimas horas, pero las circunstancias se lo impedían por lo que, tras revisar toda la mansión de arriba abajo, había decidido instalarse en la biblioteca con Daniela. Y aunque no habían encontrado mucho más de lo que ya sabían, la visita les valió para rememorar antiguos conceptos que poco a poco habían ido cayendo en el olvido.

—Entiendo entonces que Acheron es el nombre con el que fue bautizada la ciudad prohibida; una ciudad cuyo interior no ha visitado nadie salvo el propio Varnes —reflexionó Daniela en voz alta, atenta a la reacción del Parente—. En los archivos no hay absolutamente nada al respecto: ni el informe de inspección ni el motivo por el cual se decidió tomar la determinación en cuestión. Eso significa que, una de dos, o lo que encontraron allí fue tan horrible que prefirieron que cayese en el olvido, o...

—Dos, que sea lo que sea que hay allí es tan magnífico que no quiere compartirlo con nadie —prosiguió Aidur con la mirada fija en uno de tantos volúmenes—. No sería la primera vez que lo hace; al parecer hay cierta categoría de información y localizaciones a la que ni tan siquiera los Parentes de campo podemos acceder.

—¿Categoría Alfa?

—No, tiene una especie de símbolo extraño: mira.

Aidur volvió el tomo hacia la mujer, le tendió la lente de ampliación que había estado empleando para poder ver los detalles y le señaló con el dedo índice lo que parecía ser una fotografía de una gran biblioteca. En una de las estanterías más alejadas, situado en el estante más bajo y, oculto por la sombra de la persona que, en primer plano, miraba a cámara, se hallaba un diminuto volumen en cuya solapa se hallaba el símbolo del que hablaba Van Kessel:

Tras un breve vistazo, volvió a girar el volumen hacia él.

—¿Y cómo sabe que es este símbolo? ¿Qué tiene de especial? A mí me parece un volumen cualquiera.

—A ti sí, querida mía, pero a mi persona, entendido en la materia, no. ¿Sabes quién es la persona que aparece en la imagen?

Volvió a mirar al hombre de la fotografía. Se trataba de un anciano de cerca de ochenta años cuya larga barba blanca trenzada y llena de anillos le cubría el torso hasta la cintura. No era demasiado alto ni ancho de espaldas, pero su cuerpo denotaba la fortaleza del que, en otros tiempos, debía haber sido un hombre fuerte y robusto. Sus ojos, dos esquirlas de fuego azul celeste, contrastaban con las oscuras manchas que moteaban su piel, las cejas oscuras y sus ropajes negros como la noche.

—¿Debería?

Aidur sonrió con diversión, disfrutando de la incertidumbre que decoraba el rostro de su asesora. Para él, el nombre del hombre de la fotografía no era un misterio precisamente. Al contrario; Aidur le conocía desde niño, tanto a él como a su obra. Le había estudiado y venerado durante años y así seguiría haciendo hasta el último de sus días puesto que, aunque muchos dijesen lo contrario, aquel hombre había cambiado demasiado el Reino como para no ser considerada su obra uno de los pilares de la humanidad.

—Este hombre es Chaitanya Ishwar, el mayor azote de Mandrágora que ha habido en la historia. Él fue uno de los primeros Parentes elegidos por el propio Varnes, todo un ejemplo a seguir para muchos. Su obra como miembro de Tempestad ha pasado un tanto desapercibida, pues no hay datos al respecto, tan solo de su gloriosa etapa como Praetor, pero yo siempre supe que había sido alguien muy importante. Siempre fue uno de los hombres predilectos de Varnes por lo que es de suponer que trabajasen juntos... y visto lo visto, así es. Si te fijas en las estanterías, hay distintos tomos con el mismo símbolo. Creo que todos ellos pertenecen a operaciones especiales como la de Acheron.

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