Estuvo practicando saltos y demás trucos que había visto en el youtube por lo que el tiempo se le pasó volando. De hecho no regresó a casa hasta que su padre lo llamó ordenándole que fuese inmediatamente  porque tenía que ahorrar energía para mañana. Ays, que asco; mañana era la maldita excursión, sólo esperaba que a la "Oye, oye" se le hubiera ocurrido alguna forma de librarse.

―¿Dónde estabas?―preguntó su madre una vez que entró, él señaló el monopatín.―Ten cuidado, que todavía me acuerdo de cuándo empezaste con el parkour, no había día en el que no llegases lleno de rasguños.

―Déjalo, un hombre sin cicatrices de guerra no es hombre.―intervino su padre por lo que su madre le lanzó una mirada asesina.

―Mi niño no tiene que llenarse de cicatrices para demostrar que es un hombre y más te vale que mañana vuelva de una pieza.―amenazó su madre con el cucharon, su padre levantó las manos en señal de rendición y lo miró de reojo.

―    Eso no depende de mí.―declaró su progenitor con diversión.

Rodó los ojos y se marchó a su dormitorio; era mejor alejarse de sus padres cuando empezaban a hablar de su seguridad. Entró en su dormitorio y dejó la tabla apoyada en la pared tras la puerta mientras que su mochila la depositó sobre la silla que estaba al lado del escritorio. Sin pensarlo dos veces se tiró sobre su cama y se quedó mirando el techo; aún no se había vengado de Dafne por el anuncio en el periódico. ¿Qué debería hacer? ¿Llenarle la habitación de ratones? ¿Robarle la guitarra y devolvérsela pieza por pieza? ¿Grabarla mientras duerme y subirlo al youtube? ¿Cambiarle toda su ropa por vestidos rosas? Se rió ante su última ocurrencia, eso no estaría mal.

Comenzó a hacer abdominales mientras pensaba una buena venganza, pero desgraciadamente no se le ocurría nada lo suficientemente malvado. Bueno, mañana siempre podía tirarla montaña abajo.

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Bostezó y apoyó la cabeza sobre el cristal, su padre lo había obligado a levantarse a las seis de la mañana para que se preparase, menos mal que se había acostado temprano. No obstante, eso no impedía que siguiese teniendo sueño (tres horas de viaje eran agotadora incluso para alguien tan lleno de energía como él); aunque afortunadamente no era el único. Miró hacia su derecha y se encontró a Dafne apoyada sobre la puerta intentando colocarse en una postura cómoda para dormir. La chica como era de esperar llevaba ropa deportiva: pantalones negros, camiseta de acillas de color gris y una chaqueta verde que hacía juego con el gorro de lana. Centró la mirada en el gorro y frunció el ceño, esa mujer se había puesto ese gorro a propósito porque sabía que le molestaba, estaba seguro. ¿Pero por qué le irritaba tanto? No era más que un estúpido y feo gorro de lana.

―Oye, oye... deja de mirarme.―masculló la morena apoyando la cabeza sobre su mano y mirándolo fijamente.

―Te dije que te pusieras enferma.―recordó entrecerrando los ojos, ella agitó la cabeza y comenzó a estirarse.―No sirves para nada; mira como tu hermana sí que pudo librarse.

―Yo no tengo la culpa de que mi padre me obligase a venir y que Nora tuviese que hacer de canguro de los gemelos; además, tú también podrías haber fingido estar enfermo.―se defendió ella lanzándole una mirada asesina y colocándose el gorro con felicidad, gruñó enojado y miró por la ventana.

Él no se hubiera podido librar ni aunque se estuviese muriendo, de hecho una vez su padre lo obligó a ir aún estando enfermo y con una fiebre altísima. Luego se tuvieron que ir corriendo a urgencias pero tuvo que ir a la maldita excursión, de verdad, ¿sus padres en qué pensaban? Ellos dos se llevaban mal y no había ocasión en la que no acabasen a golpes y aún así seguían obligándolos a pasar tiempos juntos, de verdad que no entendía a los adultos. Volteó de nuevo hacia Dafne y la encontró sonriendo con maldad mientras lo enfocaba con el móvil, escuchó un click y ella amplió su sonrisa.

Cállate y Bésame (TQST Libro #2)© [EN LIBRERIAS]Where stories live. Discover now