Una vida nueva

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George recorrió Europa en un abrir y cerrar de ojos. Paris le pareció un bodrio, aunque la comida fuera una delicia. Fleur le había enviado recomendaciones de lugares en especial, recomendaciones que no había querido seguir. La torre Eiffel era realmente hermosa, pero siempre había muchos turistas y nadie para charlar. Recorrió el río Sena con la sensación de que estaba solo en el mundo. Nunca se había sentido así antes de la muerte de Fred. Quizás porque nunca había sentido que tenía que preguntar lo que pasaba por su mente y sabía que no tenía que decirle lo que pasaba por la suya. Fred hubiera dicho que París era una ciudad sobrevalorada y punto final. O quizás era, simplemente, que estaba demasiado triste como para apreciar tanta belleza.

Charlie estaba siempre ocupado en su trabajo. El día que George llegó a Rumania, su hermano fue a buscarle. El abrazo que compartieron entonces fue un gran consuelo; luego Charlie le pasó unas llaves para que pudiera entrar en su departamento y regresó al trabajo. George sólo lo veía por las noches y su hermano llegaba exhausto. Así que se organizó para tenerle lista la cena cuando Charlie llegaba y así tenían tiempo para charlar.

Hablaban del trabajo, de Ron y su instinto para los negocios, de Ginny y su relación tan "madura" con Harry, de Percy y su matrimonio, de las recomendaciones que le había dado Molly Weasley antes de irse (exactamente las mismas que le había dado a Charlie años antes).

- Mamá y sus preocupaciones- suspiró Charlie una de esas noches. - A veces extraño tener a alguien que me recomiende ponerme un abrigo para salir al frío. Ahora debo recordármelo yo mismo.

- Yo extraño cuando mis preocupaciones eran así de simples... Los regaños de mamá y esas cosas... - George bajó la vista, al notar que había vuelto al tema interminable. Quizás Charlie le diría que debía seguir adelante, como todos los demás. Había arruinado esa conversación con su amargura.

- Las notas en clase de Snape- comentó Charlie, sin más.- Los desastrosos en pociones...

- Las bromas a Filch- se atrevió a decir George- Y su tonta gata con nombre de persona.

- Preguntarnos cuánto mediría Flitwick en realidad- se rió Charlie- Estoy seguro de que usaba zapatos con plataforma oculta.

- Tener los deberes semilistos para cuando viniera Percy y sacarle las respuestas a mentira- verdad- dijo su hermano- Fred siempre lograba obtener toda la información y... - No siguió hablando y Charlie lo observó con serenidad.

-¿Por qué te callas?- preguntó.

- Porque no quiero que nos pongamos tristes- repuso George.

- Ya venías triste desde la casa- le recordó su hermano mayor- y no podemos pasar la vida evitando hablar de Fred. Pensé que tú lo entenderías, que debemos recordar lo felices que éramos cuando él estaba aquí...

George asintió, sintiéndose más aliviado. Charlie podía comprenderlo.

- Pero también debemos volver a ser felices, sin olvidarnos de nuestro querido hermano- terminó Charlie.

Pasaron el resto de la noche compartiendo anécdotas. Cuando se fueron a dormir, estaban mucho más contentos.

...

-¿ Vienes a practicar?- preguntó Thomas, abrazándola desde atrás. Angelina se apartó apenas pudo, ya que le avergonzaba que alguien pudiera verlos. Thomas puso expresión aburrida. - Nadie está aquí- le recordó, fastidiado- Vine a verte desde Francia y...

- Lo sé. Pero... ¿Me estás viendo, o no?- bromeó la chica, alzando los brazos como si estuviera en un escenario. Thomas sonrió, mirándola.

- Sí, pero no me has dejado verte realmente- dijo, acercándose para besarla en la boca. Angelina aceptó el beso, pero lo alejó rápidamente. Llevaba tres meses de relación con Thomas Jones, buscador de la selección de Portugal, actual jugador de Sacre Coeur, un equipo francés. Se habían conocido en la última copa francesa, donde ella había sido invitada y él le había pedido salir días después. Era alto y tenía cuerpo de buscador, liviano y al mismo tiempo fuerte. Su cabello era castaño claro y ella podía declarar que era extremadamente suave. Todas las modelos, que solían salir con jugadores, estaban locas por Thomas Jones y cada vez que Angelina pensaba en ello, se le revolvía el estómago.

- Me sigues rechazando- resopló Thomas- Creí que era una táctica para hacerte la interesante, pero ya me está molestando un poco.

Angelina suspiró.

- Lo sé- dijo- Lo lamento. No es que no quiera besarte, es que... el reportaje que hicieron sobre nuestra relación fue muy vergonzoso. Mi madre estaba muy sorprendida y no le pude contar que salía contigo, se enteró por la prensa.

-¿Qué tiene que ver eso?

- Fue un papparazeo. Nos tomaron fotos besándonos en una cita. Ahora me siento... Incómoda.

Thomas negó con la cabeza.

- Eso es fácil de resolver. Vamos a mi hotel, puedes quedarte conmigo. Nadie nos molestará y podremos basarnos todo lo que queramos...- No era necesaria esa última aclaración, Angelina entendía lo que Thomas estaba sugiriendo.

Ella bajó la mirada, dudando. El muchacho esperó un tiempo prudencial antes de continuar:

- Mira, si no quieres venir, puedo entenderlo, yo...

- No, no... Iré. Esta noche- Angelina ignoró la expresión triunfante de Jones, ordenando su cabello en una coleta y dirigiéndose al campo de quidditch. No quería pensar en su hacía lo correcto o no.

No quería pensar en nada, la verdad. Thomas había ido expresamente a verla, lo que le había parecido un lindo detalle. Después de todo, se sentía muy sola actualmente. Pero por alguna razon, se sentía molesta. Como si Thomas viviera en un mundo superficial, donde los problemas se resolvían en un hotel... Ella no era capaz de ver las cosas de esa manera, aunque lo hubiera querido.

Pero no podia culpar a Thomas. Ella nunca, jamás, hablaría con él acerca de Fred, ni de Hogwarts, ni de Voldemort...

Había dicho que no quería pensar en nada, ¿verdad? Resopló, recogiendo su escoba de carreras del piso y dijo a Thomas:

- Te apuesto una cena a que te gano. Carrera hasta las gradas.

Soy George, AngelinaWhere stories live. Discover now