¿Estás bien?

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En la cabecera de la cama de Fred hay muchas fotografías. Papá, mamá, Ginny, Bill, Charlie, Ron... Harry y Hermione en el Campeonato Mundial de Quidditch, Lee Jordan con una escoba de carreras, Oliver Wood y el equipo gryffindor en pleno. Él junto a su gemelo, afuera de la tienda que habían construido. El escudo de los Chuddley Cannons resalta entre todas las fotos, con sus tonos naranja. Eso, sumado a la cabellera de todos los Weasley, hace que la pared parezca una hoguera gigante. A veces, George quisiera poder quitar todo eso y lanzarlo a una hoguera de verdad, quemarlo todo por fin. Como si de esa manera pudiera dejar de lastimarse solo.

Han pasado seis meses desde que todo terminó. El colegio Hogwarts, sede de una gran guerra, se reconstruía sobre sus cenizas. Los estudiantes habían vuelto a las clases, las familias habían vuelto a la vida normal. Fleur había tenido a su bebé, Victoire, y todos estaban encantados con su belleza y ternura. Ron y Hermione disfrutaban de una relación casi perfecta (salvo porque discutían bastante por tonterías). Ginny y Harry habían vuelto a estar juntos. Percy se había casado. Parecía que el mundo seguía girando...

- George, levántate, debes ir a la tienda- llamó Molly Weasley desde abajo de las escaleras. La casa Weasley estaba mucho más silenciosa desde que Bill y Percy se habían ido. No, se engañaba, no era su ausencia la que hacía más silenciosa la casa. Todos sabían quién faltaba, pero nadie lo decía.

George se dio otra vuelta en la cama, enredándose en la colcha naranja. Como cada mañana, deseaba quedarse allí, no tener que ir a la tienda. Pero el deber que se había autoimpuesto, devolver Sortilegios Weasley a la vida, era algo demasiado importante como para no cumplirlo. Su hermano Ron le estaba ayudando y era trabajador oficial, mientras Hermione había regresado a Hogwarts a terminar su séptimo año. Prioridades, vaya.

- Sírvete- Molly Weasley colocó el plato de tostadas con mantequilla sobre la mesa cuando él se sentó. Ahora siempre comían tostadas, no cereales, ni panquecas. George tomó una de las tostadas sin ganas de comer. Pero Molly lo vigilaba de cerca. Todos lo vigilaban de cerca, como si temieran que se quebrara en cualquier momento, cuando él sólo quería que los demás sufrieran como él.

- Ginny y Hermione vienen esta tarde- comentó Molly suavemente- Las vacaciones de Navidad empezaron ayer... Bill vendrá con Fleur y Victoire. Charlie y Percy no podrán venir, pero bueno... Será una cena agradable.

George asintió, pero no dijo nada. La mujer le palmeó la espalda antes de volver a sus labores. No le gustaba que lo hiciera. Se sentía como un pez globo, que sacaría pinchos por todo el cuerpo en cualquier instante. Fred se habría reído de esa comparación, podía imaginárselo, haciendo como si fuera un pez globo de verdad... Se levantó de golpe, tomó su sombrero y se fue directamente a la chimenea para viajar por red flu.

...

El callejón Diagon estaba igual que siempre. Se habían reabierto las tiendas, los vendedores habían traido nuevas mercancías y la gente parecía contenta nuevamente. George caminó con las manos en los bolsillos, tratando de no mirar a los lados mientras se encaminaba a la tienda. La tienda, de colores alegres, con esa figura de cabeza pelirroja que se quitaba el sombrero con cada exhalación. George miró la figura por un instante antes de entrar a la tienda.

Ya estaba abierta y Ron ya estaba allí, haciendo inventario. Parecía de buen humor. George supuso que era por la inminente llegada de Hermione ese día, pero aún así le pareció un insulto.

- Buenos días- saludó Ron, agitando la etiquetadora al saludarle.

- ¿Llegaron los caramelos?- preguntó George. Debían llegar los sangranarices, que se habían acabado la semana anterior. Muchos chicos tratando de hacer bromas macabras a sus madres o sus niñeras, supuso.

Soy George, AngelinaWhere stories live. Discover now