Parte 13

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1938

Había salido de la tienda para pasear con la ayuda de las muletas que Clarke me había traído hacia un par de semanas. Era tan reconfortante sentir el aire fresco y la luz del sol sobre mi piel que le restaba importancia al dolor.

Estaba sentada sobre la hierba con mi pierna estirada y la espalda recostada sobre una piedra escuchando el discurso sobre la libertad de Kane. Era fascinante oírlo hablar sin perder el hilo, no porque hubiera memorizado el discurso sino porque sus palabras salían del corazón, de un alma que anhelaba no perder el derecho a gritar lo que sentía. Nos alentaba a continuar con la lucha.

Ya habíamos perdido la mayor parte del país, habían dividido nuestra zona de control en el mediterráneo.

-Se le da bien.-Me susurró una voz femenina reclamando mi atención.-Te veo mucho mejor.-La rubia se sentó a mi lado fingiendo escuchar a Kane.-¿Era político?-Asentí.

-Primero fue abogado, se metió en la política para ayudar en el cambio.-Sonreí con tristeza.-La primera vez que las mujeres ejercimos nuestro derecho al voto yo no pude hacerlo, tenia veintidós años en el 33, imagina la ilusión con la que lo hice en el 36.

-Yo me case ese mismo año.-Rió en un suspiro sarcástico.-Mi matrimonio duro un par de meses, tras el golpe Bellamy... ya sabes.

-Eres una mujer fuerte Clarke.-Apreté su nuca con suavidad haciéndola sonreír.

Me perdí en el azul de sus ojos sonriendo con ella, ni los aplausos hacia Kane rompieron la burbuja en la que me encontraba pero él sí lo hizo.

-Clarke habría mandado a buscarte si llego a saber que subías tan cargada.-Se agacho pasando mi brazo por encima de su hombro ayudándome para que me levantara.-Ve a que te eche un vistazo a esa herida.-Me mando.

Clarke se levanto cogiendo mis muletas y me las ofreció sonriendo, me apoye en ellas empezando a caminar por delante de la rubia hasta la tienda en silencio.

-Deja que te ayude.-Me sentó y sin más empezó a desabrochar mi pantalón.-Levanta el trasero.

Ahora que la fiebre había disminuido ella provocaba otro calor muy diferente en mi cuerpo y agitaba mi respiración. Me removí en mi sitió acatando su orden, Clarke bajó mis pantalones hasta las rodillas.

-Creo que va mejorando.-Murmuré mientras ella retiraba las vendas de mi muslo demasiado seria.-Podrías sonreír Clarke, tienes una sonrisa preciosa capaz de iluminar la noche con más intensidad que la luna llena.

-¡Zalamera!-Sonrió inevitablemente.-Tiene mucho mejor aspecto que en mis otras visitas, la inflamación ha bajado.-Empezó a curar la herida.-¿Cómo va la fiebre?-Apoyo sus labios sobre mi frente para comprobarlo.

Tenia delante de mi cara sus voluptuosos pechos, se me aceleró el corazón. Alcé la mirada hacia ella dejando un beso en su garganta y mi estomago empezó a revolotear. Ni siquiera sabia que estaba haciendo, era una necesidad que salia de lo más profundo de mi ser.

Clarke se había quedado inmóvil, sentí un beso en mi frente tan reconfortante que aproveche para dejar otro en su barbilla, la cual bajo hasta que nuestros labios se encontraron en un simple roce.

En la actualidad.

Me habían dejado algo aturullada las palabras de la tal Luna, aunque Lincoln me dijo que pasara de los delirios de esa loca no podía hacerlo.

Caminaba detrás de él por el túnel, sosteniendo un GPS y dejándome guiar sin prestar atención a lo que me decía.

Llegamos hasta el final y no me lo pude creer, conocía perfectamente el nombre de la calle bajo la que estábamos.

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