Indecorosos son muchos los poetas
de este tiempo.
Que ajenamente se hacen llamar poetas.
Poco es lo que saben de sus propias almas, ¿cómo quieren, pues, deshilar las ajenas?
Hijos de la soberbia y la posmodernidad,
dos sanguijuelas del arte y de las letras.
Amantes de una falsa profundidad,
la ramera favorita de la mediocridad.
Yo no soy un buen poeta,
(Ni siquiera se si en realidad lo sea)
Mi ortografía es mi cruz,
y mi idea peca de simpleza.
Pero por lo menos aun tengo un alma, que no he vendido a mi mismo ante el espejo.
