Fantasmas en el mar de la memoria. Parte I

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No podía llamarle, realmente, una "celda". De hecho, de no haber sido por la puerta cerrada a piedra y lodo, habría sido todo lo contrario. Lo más probable, creía, era que hubieran adaptado alguna de las bodegas en los niveles inferiores del Koloseum: un espacio amplio, bien iluminado y razonablemente cálido gracias a las antorchas que brillaban a toda hora.

También había sido bien atendida desde el principio: tres comidas al día, tiempo y espacio para bañarse y para hacer ejercicio, adecuados servicios sanitarios e incluso ropa limpia que podía cambiarse a diario, todo con tal de que estuviera lista para regresar a la arena en la función que, tenía entendido por los comentarios de los guardias, abriría la Temporada Mayor de luchas gladiatoriales.

Y ella había aprovechado todas aquellas facilidades al cien por ciento, no era que tuviera intención de retomar su vida como gladiatrix, ni siquiera pensaba participar en la dichosa función, pero estaba consciente de que si quería volver a ver la luz del sol, debía mantenerse saludable y en buen buena forma física para aprovechar cualquier oportunidad de escapar.

De hecho, ya había realizado un par de intentos, con trucos tan absurdos y baratos como fingir un dolor de estómago u ocultarse dentro de la celda misma para obligar a los guardias a abrir la puerta y aunque desde un principio sabía que no tendría éxito, su verdadera intención había sido reunir información básica tal como las capacidades, número y localización de sus guardias, sus planes de contingencia en caso de fuga y la ubicación de su celda.

Y el par de golpizas recibidas había valido la pena, por lo menos ya sabía que se encontraba en el tercer sótano del Koloseum (el nivel más profundo) y que había por lo menos una veintena de guardias apostados en puntos estratégicos de aquella maraña de corredores, rampas y callejones sin salida, todos armados y listos para detenerla sin dañarla, al menos no de gravedad.

En su primer intento de fuga, apenas a los tres días de haber sido encerrada, Cyan logró salir incluso del tercer sótano y poner un pie en una de las rampas de servicio que conectaban el segundo nivel directo a la calle y cuyo propósito era evitar que la basura y los cadáveres cruzaran las zonas destinadas al público.

Sin embargo, justo cuando creía que Morrigan había decidido recompensar su valor y su arrojo mostrándole la salida, seguramente la diosa de la guerra y de la muerte decidió someterla a una verdadera prueba, para saber si en verdad era merecedora de su favor.

Lamentablemente para Cyan, la prueba fue demasiado para ella: los D'ltax encargados de custodiarla decidieron no arriesgarse en combate cuerpo a cuerpo y optaron por enviarle a todas las fä disponibles, con instrucciones de doblegarla a cualquier costo, pero sin causarle un daño permanente.

Los salvajes aguijonazos de las diabólicas criaturitas, quizá más de 30, consiguieron hacer que la rubia hincara una rodilla en tierra y en ese mismo instante, seis o siete soldados, armados con sólidos bastones de madera, terminaron de someterla. Ninguno de ellos salió limpio de la trifulca e incluso uno de ellos perdió un ojo en el proceso, pero al final lograron arrastrarla de nuevo a su celda.

Para su fortuna, la atención médica también fue inmejorable y gracias a uno de los mejores físicos al servicio de los gladiadores, en un par de días la joven ya estaba de pie y ejercitándose, a la espera de una nueva oportunidad para seguir probando las defensas del enemigo.

Y esa oportunidad llegó una semana después, cuando el guardia encargado de llevarle la comida no pudo verla dentro de la celda y fue lo bastante descuidado como para abrirla sin tomar las excesivas precauciones dispuestas por Mrrgan T' Fä en persona para tratar con una prisionera tan... especial.

Un par de bien colocados golpes en puntos de presión pusieron fuera de combate al guardia, a quien despojó de su garrote antes de salir de su celda tan sigilosamente como pudo; escurriéndose de una sombra a otra, fundiéndose con el silencio reinante y con un poco de buena fortuna, Cyan alcanzó la escalera que la pondría otra vez en el segundo sótano.

Phantasya. Trinidad de sombrasTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang