—No juegues conmigo, niñato.

—No estoy jugando —musitó, juntando las manos y encorvó la espalda, intimidado, esperando algún nuevo golpe, pero las manos de Kei comenzaron a registrar por su cuerpo y Julian abrió mucho los ojos, impresionado y trató de moverse torpemente a un lado—. ¿Qué...?

—El arma, ¿dónde la tienes?

Julian dejó de moverse y levantó la cabeza, dolido, mirando a Kei con una sensación de opresión en el pecho que le oprimía hasta la garganta.

—No... —tragó con dificultad y esperó unos segundos para tranquilizar y desterrar las ganas de llorar—. ¡No la tengo conmigo! La dejo abajo y... —respiró hondo, haciendo una mueca cuando notó como se le humedecían los ojos y sin pensarlo, horrorizado ante la idea de echarse a llorar delante de Kei, negándose a hacerlo frente a él, lo empujó, apartándolo de él—. ¡Y aunque la tuviera conmigo nunca te haría daño! Nunca fue mi intención hacer daño a nadie... yo... —perdóname... Julian se tragó la última palabra y se dio la vuelta, entrando en la habitación justo en el momento que notaba como las lágrimas se deslizaban por sus mejillas y sólo entró hasta la mitad del cuarto deteniéndose y se acuclilló en el suelo, tapándose la boca con una mano para ahogar los sollozos mientras enterraba la cabeza entre las piernas.

—¿Julian?

La voz de Kevin llegó somnolienta desde su cama y Julian intentó respirar hondo y calmarse para tratar de dar una respuesta normal y poder enterrarse en su cama y cubrirse con las mantas para poder llorar sin molestar a nadie. Necesitaba aliviar aquel dolor y dudaba que pudiera bajar en ese momento a la sala de tiro. Despacio apartó las manos de la boca y se la llevó a la cara, rozando las cicatrices ya casi curadas de su cara hasta que comenzó a rasparlas con las uñas, pero no tuvo tiempo de llegar a clavarlas en la piel; la puerta se abrió violentamente y Julian no tuvo tiempo de incorporarse y girarse. Kei lo agarró del brazo, tirando de él con fuerza y prácticamente lo arrastró fuera de la habitación.

—Ven conmigo un momento.

Julian no puso ninguna resistencia y realmente no creía haber podido hacerlo. Caminaba a trompicones, incapaz de enderezarse lo suficientemente bien para poder moverse derecho y recto y Kei sólo lo soltó cuando llegaron al ascensor y lo empujó contra un extremo de la pared, dejándolo solo mientras pulsaba el último botón y Julian se quedó completamente inmóvil, observando cómo se cerraban las puertas y las figuras de Rykou, Kevin y Sakuya desaparecían ante sus ojos.

De reojo, con miedo, Julian miró al chico rubio que le daba completamente la espalda, sin separarse de las puertas y Julian dio un respingo cuando las puertas se abrieron y le ofrecieron la imagen familiar de la sala de entrenamiento.

—Sal.

Julian no se movió. Dadas las circunstancias, sólo podía imaginarse un motivo por el que lo hubiera arrastrado hasta allí.

—¿Vas... a matarme?

Kei se giró a mirarlo, furioso, y Julian retrocedió hasta chocar contra la pared, asustado cuando el chico rubio se apartó de las puertas y lo alcanzó en dos zancadas, agarrándolo del pelo y tiró de él, haciendo que ahogara un sollozo de dolor, pero a pesar de que Julian creyó que tiraría del pelo y lo arrastraría fuera del ascensor así, sólo le levantó la cabeza y lo miró furioso, sin decir nada antes de soltarlo y agarrarlo de nuevo del brazo, sacándolo del ascensor a la fuerza y lo empujó hasta la sala de tiro, haciendo que entrara antes de soltarlo.

Julian miró cohibido como Kei se acercaba al almacén donde ya había visto que guardaban varias armas y se encogió, apartando la mirada cuando Kei se apartó de allí, mostrando una pistola mientras la cargaba hábilmente y se acercaba hasta él. Sólo entonces cerró los ojos con fuerza y esperó. ¿No había considerado desde el principio, antes de llegar allí que Kei podía decidir matarlo? Ese hecho no cambiaba y aunque realmente llegado el momento comprendía que tenía miedo, Julian deseó que al menos aquello pudiera darle algo de paz a Kei, pero el disparo nunca llegó y poco a poco se aventuró a abrir los ojos y enfrentarse a la mirada fastidiada del chico rubio.

—¿Qué demonios estás haciendo?

Julian miró el arma y después volvió a mirar a Kei. Sabía que tendría un aspecto lamentable, con los ojos húmedos y rojos pero no se atrevió a levantar un brazo y secarse la cara con la manga. Notó como le temblaban los labios y se frotó las manos en el pantalón, nervioso.

—Prefieres...

—¿Qué?

Julian se encogió al oír la pregunta ruda de Kei y se obligó a respirar hondo y seguir hablando.

—¿Prefieres... prefieres que tenga los ojos abiertos mientras me... —se trabó y notó como un sollozo le inundaba la garganta y cerró un instante los labios, buscando el valor para seguir hablando—, disparas?

—¿Mientras qué?

—Mientras —susurró Julian, doblando aún más el cuello hacia delante—, mientras me disparas.

Hubo un incómodo silencio y Julian creyó que Kei lo dispararía en cualquier momento. Tal vez por eso sintió un escalofrío de miedo cuando volvió a escuchar la voz del chico rubio.

—Mientras te disparo, ¿eh? —rió Kei—. No sería mala idea.

Julian levantó la cabeza justo cuando Kei le golpeó el pecho con el arma y estuvo a punto de dejarla caer pero la agarró torpemente antes de que cayera al suelo y miró a Kei.

—¿Qué...?

—Vamos. Dispara. Veamos si realmente me puedes ser de utilidad.

Julian pasó la mirada de Kei a la lámina nueva que había al otro lado de la pared y después de nuevo a Kei, incrédulo, pero notando como una sensación de alivio mezclada con un brote de amarga felicidad le subía hasta la garganta y se movió hacia delante, levantando el arma y apuntando hacia el centro, pero notó como apretaba el gatillo demasiado rápido y la bala se desvió hacia la derecha, atravesando el extremo de la hoja.

—Ha sido un error —explicó rápidamente, resoplando para calmarse y abrió un poco más las piernas, tratando desesperadamente de olvidarse de que Kei lo estaba observando a su espalda que... casi volvió a dejar caer el arma cuando notó el cuerpo del chico rubio pegándose a él, posiblemente hubiera dejado que el arma cayera a sus pies si Kei no la hubiera agarrado, manteniéndola firmemente agarrada en su mano, sin soltar la suya y le obligó a levantar el brazo, acariciándolo con el suyo al moverlo y Julian contuvo la respiración, incapaz de concentrarse, demasiado consciente de las piernas de Kei entre las suyas, de su pecho presionando su espalda... Intentó fijarse en la lámina, al otro lado de los dedos de la mano de Kei que agarraban los suyos. Necesitaba enfocarse, calmarse, necesitaba... Y volvió a apretar el gatillo, viendo con satisfacción, como la bala penetraba justo donde había querido que lo hiciera.

Ninguno dijo nada, ni siquiera Kei apartó la mano que sostenía la suya y Julian se humedeció los labios, sintiendo el cálido aliento de Kei en su nuca y cerró un instante los ojos, buscando el valor y las palabras para decir lo que había querido expresar desde el principio.

—Kei, yo...

Julian no terminó de hablar. La magia del momento de evaporó en un segundo. Unas sirenas inundaron todo el edificio, advirtiendo de lo que Julian supuso que la fortaleza estaba en peligro.

—Nos han encontrado.

Julian miró a Kei horrorizado, pero en los ojos del chico rubio no vio miedo. La forma en que sus ojos brillaban peligrosamente, le hacían dudar de si realmente no los había estado esperando.

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He tardado más de lo que pretendía, pero he estado muy ocupada :s

Muchas gracias por leer, votos y comentarios ^^

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Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Where stories live. Discover now