Cuento uno: Gran rey, Mal padre.

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La noche ha caído en el castillo, así como el ambiente se vuelve cada vez más tenso, la concubina del rey había entrado en labor hace ya dos horas y no se veía progreso alguno, en los vacíos pasillos del palacio solo se escuchan sus gritos de dolor, ya no puede más la pobre mujer. Sin embargo es su avaricia la que la mantiene con vida, si el bebé resulta varón, ella será reina de forma inmediata, pero sí resultaba niña, tanto ella como la madre serían echadas del castillo. En la puerta está una niña de cuatro añitos que para ser tan pequeña ya es consciente de lo que ocurre, ese bebé sería el futuro rey o la futura comida de los lobos. Cruzada de brazos, sin decir nada y sin ayudar espera a que los gritos paren de una vez, después de todo, quiere dormir -Itsuki, por favor ¡no te quedes ahí parada y trae agua limpia!- dijo la partera a la pequeña princesa. Si, la princesa y primogénita del rey, la cual había sido olvidada en cuanto se supo su género y recordada cuando el reino se enteró de la muerte de la reina, la única e irremplazable reina Amagenta. Itsuki no sabía mucho de su madre, pues había nacido con más parentesco a su padre que a ella, y ella había muerto unos días después del parto. Aquella muerte afectó al rey lo suficiente para tener el luto por dos años, pero al cuarto año volvió a llamar a sus concubinas a su habitación, no cabía duda de que necesitaba mucho de la cálida caricia de una mujer. Y eso trajo a esa mujer hasta la habitación de su difunta madre, en donde ella había nacido ya hace cuatro años atrás. Itsiuki utilizo la orden como excusa y salió del cuarto sin hacer mucho ruido, tomó una cubeta de madera y se dirigió a la cocina a buscar agua, pero ya no había nada -genial- dijo la niña para si misma, sabía que tendría que ir al lago del jardín para recoger agua y como ya era otoño, seguro habría frío, pero eso era mejor que ver al vástago que se aproximaba a nacer. Ya estaba ella frente al lago cuando escuchó los chillidos de un bebé, rápidamente corrió hasta el cuarto y miro por la ventana, ahí en los brazos de la partera estaba un niño con orejas caninas en su cabecita y ojos dorados como los de ella. El hijo del Rey Tamaisho el Magnífico había nacido híbrido, el gran rey de los demonios tenía al fin un varón, pero ese bebé debería tener la mayor fuerza de voluntad y la mejor auto estima del mundo si quería llegar a ser rey. El hijo del Rey de los Demonios tenía un ligero toque humano.
En definitiva odiaba a ese niño, odiaba a la madre y a su padre también. Itsuki no tenía nada en contra de los humanos, pero ese bebe hibrido era desagradable, pues era el hijo de una mujer que en cuanto supo de su embarazo de mofo de las demás concubinas y se sintió la reina del lugar de inmediato -Carga y saluda al nuevo heredero del trono princesa- dijo una de las mucamas mientras le acercaban al niño, estaba ya a punto de chistar cuando otro grito ahogado de la mujer se escuchó -¡Atenta! ¡que viene otro!- ¡otro! un bastardo más en la familia real, esa mujer sería nombrada reina dos veces y no pararía de molestarla con ello por el resto de su vida. El bebé fue puesto en una cunita en espera de su hermano, pero cuando el otro bebé salió las mucamas dieron un paso atrás, era una niña, una niña de mechones color lavanda y un ojo de color morado, sin duda no era nada parecida a su hermano o a la princesa, ni al rey, pero tampoco a la madre. Y no pudo ser más inoportuna, pues el rey había llegado al cuarto en ese instante, lo primero que sus ojos vieron fue a la peli-lavanda envuelta en sangre y sabanas, ignorando por completo el hecho de que ahora era padre de un sano niño se dirigió agresivamente a la mujer y jalandola de la mano le gritó -¡Qué significa esto Zazabin! ¡no hay forma de que esta niña sea mía!- la mujer lo miró temerosa y replicó -pe-pero mi señor ¿no se ha fijado? ¡le he dado un varón!- el rey la soltó de golpe-¡si! ¡pero también has dado a luz a una criatura que veas por donde la veas no es mi hija!- en verdad, las mujeres humanas eran de lo peor, los demonios eran seres tan complicados que cuando se enamoraban lo hacían de verdad, eran tan caprichosos que no soportaban los errores y esta mujer evidentemente había sido infiel al rey con otro hombre, seguramente otro demonio, pues la niña también tenía orejas de animal, o quizá fuera por la misma semilla del rey, pues la genética de los demonios era muy fuerte. A la mañana siguiente ambos bebés fueron bautizados con nombres, el varón sería criado por los mejores maestros y la niña sería condenada a muerte junto con la madre, el nombre era para que al menos muriera ya con su identidad y pudiera tener una tumba con nombre.
La princesa Itsuki no pudo dormir, ambos bebés lloraron toda la noche y no pararon hasta que las encargadas de los dos lo pusieron en la misma cunita. Cuando el verdugo estuvo listo, mandaron a una muchacha por la nenita, la joven no pudo soportarlo y corrió envuelta en lágrimas en cuanto entregó a la bebé. El llanto de ambos hermanos hacía eco en el castillo, tanto que las nanas temían que el príncipe quedara mudo de tanto gritar -Papá- dijo Itsuki de forma descarada a su padre que trataba de manejar el dolor de cabeza- yo cuidare de esa bebé, si la matas ten por seguro que ese niño nunca dejara de llorarle- ella tenía razón, así que el rey tomó una decisión de "piedad". Dejaría vivir a la niña para ser la compañera de su hijo hasta que el se hartara de su hermana, sin embargo la madre no corrió la misma suerte que la hija, fue decapitada por un crimen que nunca cometió, que en un futuro nunca seria mencionado ante la princesa "suertuda" el hecho de que su madre murió por "infidelidad al rey".

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⏰ Last updated: Jan 22, 2022 ⏰

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Lo difícil de decir "adiós"Where stories live. Discover now