VIII

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Mi mente se ha mantenido al margen y callada, se abstiene a hablar de sueños y fantasías, ya no quiere mencionar tu nombre ni recordarlo. Es que ya no siento mariposas, ya no siento que se me mueva el piso cuando recuerdo lo que ya no tiene memoria, en cualquier caso, y no hay imágenes que rescatar.

Han cambiado los días y parece ser el inicio de un invierno largo. Sólo a veces parece que el frío es más abrigador que esa terrible sensación al despertar sin un alma que cobijar. Es sólo que el frío quema el cuerpo y destruye en pedazos el rompecabezas que aparecía en mi cabecera. Las piezas se hacen piezas mismas y cada una de ellas es un rompecabezas nuevo, son fragmentos del alma, de razonamiento, son silencios desastrosos que no merecen ser arreglados.

Sigo escuchando pasos en el trasfondo de mi alma, tras el umbral de aquella habitación que se reduce con el tiempo, que se llena de vacíos libros que se han quedado sin argumentos, los leo y no tienen sentido, los releo y siguen siendo un enigma. Siguen hablando sin convencerme de que te encontraré en esas páginas de palabras organizadas. No siempre fue así, antes te encontraba en el sonido de las palabras, en cada una de ellas relacionando y creando nuevas palabras que te inventaban nuevas cualidades, se convertían en lujuría, en esas aventuras oníricas y en el placer carnal. En esas palabras se escondía la verdad de mis pensamientos, la sed de mis deseos, en las noches que se convertían en días en los cuales mi enfermedad podría ser curada con la dosis de adrenalina perfecta con esas líneas delgadas y gruesas en tus labios, con la sensación de nadar en sus piernas. Era así como me mantenía cuerdo, sin hablar de deidades y dudar de mi existencia, sin embargo ahora dudo de mi fluir en el mundo terrenal, no me quedan claros los días, noches, meses y años, son ahora cuentas de tiempo que sigo varado en el olvido, en este barco en alta mar que se hunde, sin velas y sin viento a favor en una tormenta de masturbaciones mentales con eyaculaciones de ideas que no logran congeniar y se mueren en la intemperie con una fecha de caducidad y una espontánea existencia, se quedan sin aire y sin vida.

Así es como mueren las palabras, y nacen mis ideas, cuando dejo que hablen sin decir nada y a la vez lo cuentan todo, así es cuando sólo existen, los recuerdos y sueños...

Sólo Where stories live. Discover now