Fuegos artificiales

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○Emma○

-Vamos, mamá...- Insistió Henry. -Solo será una noche...-

-Ya os he dicho que no puedo, tengo mucho trabajo.- Se excusó la morena. -Pero vosotros id, pasadlo bien...-

-No será lo mismo sin ti...- Murmuró cabizbajo.

-Otro día será, chico...- Le indiqué que subiera a cambiarse de ropa. -¿Estás segura, Regina? Estoy segura de que el trabajo puede esperar hasta mañana...-

-No insistas, Emma.- Comenzó a ponerse nerviosa. -He dicho que no.-

-Está bien...-

Llevé a Henry a la plaza, con el resto de gente que esperaba para ver los fuegos artificiales. Allí encontramos a mis padres.

-¿Y Regina?- Preguntó mi madre.

-Trabajando.- Respondí. -Ya sabes, la ciudad se vendría abajo sin ella...-

-Ya...- Sonrió. -Oye, Henry, ¿vamos a por algodón de azúcar?-

-¡Sí!-

Henry echó a correr, y mi madre fue tras él. Mi padre y yo nos quedamos allí.

-Es una pena que no haya podido venir...-

-Ya... Tampoco creo que tuviera muchas ganas...-

-¿Crees que le dan miedo los fuegos artificiales?-

-¿A Regina?- Me extrañé. -No, no lo creo. Me lo habría contado...-

-En el Bosque Encantado se prohibieron durante su reinado.- Explicó.

-¿En serio? Pero si el fuego es lo suyo...-

-En eso llevas razón. ¿Quieres un poco de ponche?-

-No... Creo que me voy a ir a casa... ¿Podéis quedaros con Henry?-

-Claro, le enseñaré el puesto de control.-

Suspiré aliviada, y decidí volver a casa. Tal vez Regina no se encontraba bien, y por eso no respondía a mis llamadas. Empezaron los fuegos, y se me hizo más y más difícil distinguir el tono de la llamada. Seguro que ni siquiera escuchaba el teléfono. Llegué a casa, pero no vi ninguna luz encendida. Tal vez se había ido a dormir.

-¿Regina?- Encendí la luz. -¿Estás aquí?-

No obtuve respuesta, de modo que subí a las habitaciones, pero allí tampoco estaba. No estaba en casa. ¿Dónde estaba? Igual estaba en su despacho. Podría ir a ver. Pero al ver la puerta del sótano abierta pensé que podría estar ahí abajo.

-¿Regina?-

Bajé las escaleras apoyandome en la pared, pues estaba oscuro. Todavía se escuchaban los fuegos. Al llegar abajo encendí la luz y vi a Regina encogida bajo la mesa. Estaba en el suelo, tumbada y encogida, y tenía las mejillas empapadas de lágrimas.

-Regina...- Me agaché y cogí su mano. -No pasa nada, solo son petardos...-

Ella negó con la cabeza y se le escapó un sollozo. -Es que...es que habían fuegos artificiales...duraron toda la noche...-

-¿Dónde?-

-En palacio...-

-Oh...- Fruncí el ceño y bajé la mirada. Ahora entendía por qué no quería venir. Me metí debajo de la mesa y me tumbé a su lado. -No pasa nada, todo eso acabó hace mucho... Ahora estás aquí, conmigo...-

-Suenan como aquel día...- Intentó retener las lágrimas. -Lo siento...-

-No pasa nada, tranquila...- Acaricié su mano con predilección, mirándola a los ojos y esbozando una sonrisa. -Tranquila... Ya estoy aquí...-

-No tenías que venir...- Sorbió, y sus hombros se escogieron. -Deberías estar disfrutando y pasándolo bien con todos los demás...-

-Regina...yo nunca podría estar bien sabiendo que tú lo estás pasando mal...- Le aparté el pelo de la cara y lo pasé por detrás de su oreja. -No hay ningún otro sitio en el que preferiría estar que aquí contigo...-

Sus labios temblaron y más lágrimas brotaron de sus párpados, mientras, fuera, estallaban los fuegos artificiales y sus luces de colores iluminaban su rostro. -Te quiero...-

-Yo también te quiero...- La abracé, y sentí como se deshacía en lágrimas.







Special Boom (One-shot)Where stories live. Discover now