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   Escucho la puerta principal ser azotada, mi cuerpo brinca un poco respondiendo al gran echo perdido en los pasillos, todo esto seguido por gritos que provienen de mis padres. Otra vez hacen eso, pelear y discutir cada chance que tienen. Esto es así por ya casi un año y se que ya debería estar acostumbrada, pero en realidad no lo estoy.

Me levanto de mi cama lo más silencioso posible y me dirijo hacia las escaleras, cuidadosamente me siento en un escalón trayendo mis rodillas a mi pecho, juntando mis manos mientras me abrazo a mi misma.

Los gritos son convertidos inmediatamente en susurros antes de escucharlo llamar mi nombre.

"¿Marlee? ¿Marlee estás en casa?... ¿Marlee?" La voz de mi padre resuena en los pasillos. Mi corazón salta un latido, la sangre se presiona firmemente en mis oídos mientras mantengo bien apretados mis labios, determinada a no hacer ningún tipo de ruido.

Puedo escuchar un suspiro de alivio de mi padre. Él odia que yo escuche las duras palabras que son intercambiadas entre ellos.
Todo es tan confuso, mi padre siempre duerme en el sofá todas las noches y tal vez pelean más de lo que normalmente hablan.., lo que los convierte en una relación rota, eso creo.
    
Mamá vuelve a gritar, esta vez mucho más fuerte que antes. Es ella la que hace todo el escándalo, mi padre levanta la voz de vez en cuando pero nunca lo suficientemente alto como para opacarla.

Discuten sobre como él ya no estaba en casa y cuando lo estaba, no le prestaba la atención suficiente, lo que creo que en cierta forma es verdad. Saldría temprano y regresaría tarde de su trabajo, mi madre acusándolo constantemente de infidelidad y lo que no.

Siento como los gritos minimizan, ambos se dirigen a otra habitación. Me suelto de mis rodillas y reposo mi cabeza sobre la helada pared cerrando mis ojos junto con suspiros entrecortados. Nadie merece que sus padres hagan este tipo de cosas, nadie lo merece del todo, pero aquí estoy yo; sentada hasta el tope de las escaleras patéticamente escuchándolos gritarse uno al otro cuando deberían de ser una pareja feliz. Un matrimonio sano.

Mis agitados pensamientos son arrebatados por un grito perforador y un estallido resonante por toda la casa. Es el sonido de un traste, un vaso o un plato, rompiéndose contra el firme suelo. Mis pies se mueven antes de que pueda tomar conciencia, mis temblorosas piernas corresponden bajando las escaleras. Mi cuerpo brinca de nuevo una vez que otro estallido asalta por los pasillos.

Me escabullo por la puerta hacia la cocina, no notando las lagrimas calientes que ya corren por mis mejillas. Mis padres se encuentran ahí, cada uno parado en lados opuestos del comedor, mi padre se cubre con sus brazos, listo para protegerse de otra agresión. Pedazos de vidrio lo rodean en el suelo.

Mis borrosos ojos se mueven al otro lado de la mesa, el rostro de mi madre atrapado en un enojo liberado, lágrimas acariciando sus mejillas corriendo todo su maquillaje. Su brazo esta levantado, mano firme con otro plato. Se mira decidida a lanzarlo en cualquier momento. No puedo evitarlo. Un ahogado grito brota de mi boca.

Ambos dirigen su vista hacia mi en una fracción de segundo, los ojos de mi padre abiertos en horror y mi madre instantáneamente tira el plato para llevarse la mano contra su boca. Sollozos escapan de si misma en realización que yo había presenciado toda la escena.

"Oh por Dios, Marlee..." Suelta mi padre, claramente inmovilizado. 

Él se acerca a mi, cuidadosamente de no pisar los vidrios ya rotos. El llanto de mi madre se apodera de la habitación, su cabeza sumergida en sus manos.

"No...¡NO!" Digo con firmeza mientras tomo un paso hacia atrás, mi vista se clava hacia abajo mientras mi cabeza se sacude frenéticamente.

Necesito salir de aquí.

Tengo que alejarme de ellos y pensar las cosas con claridad. Sabia que las cosas andaban mal entre ellos, pero nunca a este extremo.

Muerdo mi labio inferior para prevenirlo de temblar, girando sobre mis pies y dirigiéndome a la salida. Puedo escuchar a mi padre llamar mi nombre mientras tomo mi cartera de la pequeña mesa en el pasillo, corro bajando cuadras por debajo de mi casa, el fresco aire del anochecer golpea mi rostro.
    
Aliento a mis piernas a seguir moviendolas por un tramo más, ignorando la feroz tensión formada en mis músculos. Mi vista se torna borrosa cada que se deslizan imparables lágrimas, suspiros cortando mi cuerpo mientras corro.

No sé por cuanto tiempo corro pero mi garganta arde y mi pecho pesa. Eventualmente paro, mi cuerpo tiembla mientras controlo mi respiración, mi mano presiona mi pecho tratando de calmarme. El sonido de los carros y la gente charlando llama mí atención, mis cejas se alzan cuando me percato que había corrido hasta la ciudad. Es la hora en la que todos salían de trabajar, las calles atascadas de carros.

La gente camina alrededor de mi lanzando miradas, pero no los culpo. Si yo hubiera visto una chica, usando solo pijamas, parada en medio de la banqueta pareciendo confundida y perdida con ojos rojos, mejillas sudorosas y un desordenado cabello... entonces yo también le lanzaría una extraña mirada. 

Corro mi mano sobre mi frente limpiando mi fresco sudor, tratando de pensar en algo astuto. Entonces todo se vuelve claro.

Mis ojos se enfocan en lo que parece un bar y una ligera sonrisa se escurre en mi cara al instante pensamiento.

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⏰ Última actualización: Jan 27, 2017 ⏰

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