Capítulo 1

35.6K 2.2K 460
                                    


Porqué las personas hacen lo que hacen, eso es todo un misterio.

Y Geraldine creía que ella jamás lo averiguaría.

Su amiga la había traicionado. Aunque a esa altura tampoco podía decir que Emalene había sido su amiga. Y no lo habría creído si se hubiese enterado de otra forma que no fuese vivir en carne propia su traición.

Tampoco lo entendía. ¿Por qué? Necesitaba conocer sus razones, deseaba que hubiera una explicación racional para todo aquello. Pero por el momento, no había nada que pudiese hacer para obtenerla.

Un golpe en la puerta la alertó y se preparó para ver de nuevo a su madre, su padre o cualquier otra persona que viniera a darle otro regaño. Charlotte incluida, Charlotte principalmente. Ya había pasado por eso más de una vez, primero la habían abrazado, mimado y besado diciéndole lo preocupados que estaban por ella. Y luego la habían regañado por hacer tantas tonterías juntas y había quedado castigada por tiempo indefinido.

Le habían quitado todo dispositivo que le permitiera comunicarse con alguien, desde su celular hasta las computadoras, fuese la de escritorio o la portátil ¡Todo! Lo único que conservaba en su cuarto, del que solo podía salir acompañada, era el teléfono de línea. Y no lo habían sacado porque las líneas siempre estaban intervenidas y cada llamada que quisiera hacer sería registrada.

—¡Adelante! —Gritó soltando un suspiro y alejándose de la ventana para recibir al recién llegado que no era otro que su hermano menor, Nolan. Sorprendida y feliz de verlo, sonrió encantada y se acercó para abrazarlo—. ¡Cariño! ¡Viniste a verme!

Nolan también le devolvió el abrazo con fuerza, cosa que no era común en él. Desde que había pasado los seis años, tendía a huir de las excesivas muestras de afecto por parte de las mujeres de la familia. —Mamá dijo que estás castigada —le apuntó y sonrió de medio lado—. Aunque si te fijas bien, verás que ya no está enojada. Está más feliz por tenerte de vuelta que molesta porque te hayas escapado de nuevo, como todos nosotros, Dina.

El joven pelirrojo se quitó la mochila que llevaba colgada y la depositó sobre la cama. Geraldine se sentó a su lado, curiosa, y lo observó sacar un montón de recipientes con tapa de diferentes colores.

Tomó el primero y cuando lo destapó, una gran porción de tarta de frutillas apareció ante sus ojos. —Nol, ¿qué es todo esto?

Su hermano la miró con toda la seriedad que un niño de trece años podía permitirse. —Cuando me castigan, mamá me deja sin postre. Así que como estás castigada, pero tuviste una buena razón para escaparte, me apiadé de ti y te traje estos de contrabando. Sé lo mucho que duele quedarse sin postre, y como no sé cuál te gusta más, traje todos estos. Podemos compartir, siempre es una buena hora para comer un postre.

Aunque sabía que a ella no la dejarían sin postre, Dina sonrió conmovida y atacó ese mismo recipiente con el tenedor que le pasó Nolan. Sus padres sabían qué era lo que más le dolía a cada uno y así los castigaban, sobre todo cuando eran niños.

Ahora ella tenía que aceptar que Charlotte, tenía razón al decir que últimamente no la habían castigado lo suficiente como para evitar que se volviera desafiante en sus actos y terminara poniéndose en peligro.

Porque al final, por más nobles que fuesen sus intenciones, ella siempre salía lastimada. Ella o alguien que quería. Alguien inocente.

—¿Estás bien de verdad, Dina? —Preguntó él después de unos minutos en silencio—. ¿Esa gente no te hizo daño?

—No, Nol. Por lo menos no daño físico, tranquilo. Solo... solo me rompieron el corazón, de nuevo —susurró con tristeza y dejando escapar un pequeño suspiro.

Cocktail Real, entre besos y mentiras #Descontrol en la realeza 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora