Podía sentir una tensión entre ambos que...no me gustaba. ¿Podría ser mi imaginación?

-Yo no afirme que iría con ustedes.

-Bien, nos eres indiferente. Necesitas más tú de nosotros ¿Me equivoco?- por un momento la morena se vio silenciada a caer en cuenta que era cierto.

Dante podría saber todo lo que ella probablemente había conseguido con más tiempo y esfuerzo en unos cuantos minutos u horas. Kathleen no suponía un real obstáculo, ni mucho menos era imprescindible.

Regresando a la primera conversación, me vi en medio de algo de lo que no tenía idea. ¿A dónde pensaban ir? Era claro que teníamos que seguir adelante, sin embargo, hablaban refiriéndose un lugar en específico, nada vago como en un principio.

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-¿Y qué pasa con el inservible enfermo? - El matiz de voz desconocido que llegó a mis tímpanos me hizo caer en cuenta de la nueva inquilina que se había integrado.

Solo en ese momento pude detallar de mejor manera. Ojos de un magnífico azul celeste, encantadores; una nariz pequeña y respingada; labios delgados, rosados, piel blanca y de cabellos castaños oscuros. Su cuerpo poseía curvas bien definidas, marcadas con buenas proporciones. Era muy bonita.

Sin embargo desde lejos podía percibir la peste de persona que probablemente era por dentro.

Estaba a punto de comenzar a despotricar un sin número de maldiciones hasta que, de la nada, mi hermano apareció a un lado mío, mirándome y negando con la cabeza en señal de que no tenía la necesidad de malgastar mi saliva en una pelea absurda.

-Solo son inflamaciones ciertamente fuertes y que deben cuidarse, pero no está infectado, mucho menos moribundo- alzó la voz mirándola con frialdad.

-No se tu muñeca, pero yo en tu lugar me quedaría callada- Ante aquel comentario, no pude más que quedar completamente anonado. Dante hasta ese momento no parecía ser una persona que tuviera enemigos o conflictos fácilmente, él no se comportaba de esa forma con nadie.

Al menos que, como yo, hubiera sentido la irritabilidad instantánea que producía la castaña.

-Dante, necesito la ruta trazada. Cinco minutos- el menor espabilo rápidamente antes de asentir y caminar lejos en silencio.

-¿Puedes levantarte?- Reclamando mi atención, Hyuk habló, mirándome con ojos llenos de reproche, probablemente por el estado en que me encontraba. Sin mediar palabra y con cierto esfuerzo termine de rodillas antes de poder erguirme correctamente -¿Porque no me dijiste nada?

-No sabía que empeoraría- me defendí entre murmullos. No era algo que hubiera hecho a propósito.

-Nunca tienes idea de nada y eso te lleva a no medir las consecuencias.

-Basta, no me gusta cómo me estás hablando- El castaño comenzó a subir la voz más de lo necesario.

-No puedes esquivarme con solo decir eso- Le mire enojado. Nunca me había gustado que me alzaran la voz de más, mucho menos que hiciera tan grande un problema.

Trate de tranquilizarme. Tomé una gran bocanada de aire, mis manos subieron a mis hombros, masajeándolos de forma suave buscando destensarme y asentí resignado a aceptar cada una de sus palabras y evitar un conflicto mayor.

-Lo siento...solo...fue algo que pasó muy rápido. No es exactamente que me encante ser lastimado, mucho menos por una cosa mutante.

-Solo...deja de hacerte el héroe o vas a terminar muerto- Sus palabras de repente hicieron eco. No trataba de hacer eso... simplemente terminaba envuelto en todo tipo de problemas que no podía esquivar.

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