Capítulo 10: Homecoming night

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—Estás tratando demasiado a que yo no te agrade, Lanie —se rio, divertido.

—Que te den —gruñí por lo bajo, frustrada por su inhabilidad de entender mi desprecio.

Lo ignoré el resto del camino. Él intentó de nuevo sacarme conversación, pero hice un trabajo admirable fingiendo que no estaba ahí. Luego de diez minutos de charla incesante, logró entender que no pensaba responder a nada de lo que dijera.

—¿Estás lista para la mejor noche de tu vida? —me preguntó Hunter mientras ambos caminábamos hacia el gimnasio de la escuela.

—Sí —contesté, sarcástica—, porque será jodidamente inolvidable.

—Después de hoy, estoy seguro de que le quitarás el sarcasmo a tus palabras —aseguró.

Puse los ojos en blanco y aceleré mi paso, dejándolo atrás para salvarme de más charla forzada de su parte.

—Es blanco, rojo o celeste. —La chica de la entrada miró a Hunter con el ceño fruncido—. Y tú no estás usando ninguno de esos colores.

—Esto es blanco, ¿no? —Él señaló la camiseta bajo su chaqueta de cuero.

Ella apretó los labios con disgusto. La conocía, también era de último año, su nombre era Betty y participar en todos los comités organizadores para los bailes y eventos de la escuela era como su más vívida pasión. Se lo tomaba en serio, a tal punto que tener a Hunter contradiciendo sus reglas parecía tenerle al borde de una crisis.

—Pero... —Betty quiso reprocharle.

—¿Estás segura de que no quieres dejarme entrar? —la cortó mi compañero—. ¿No ves que llevo puesto algo blanco? No es justo que no quieras dejarme entrar si tengo algo blanco, ¿sí sabes que soy el sobrino del director Patch, cierto?

Betty comenzó a tener un tic nervioso en su ojo derecho.

—Uh... Solo... Solo... —tic, tic, tic—. Solo entren. —tic, tic.

No sabía si sentirme mal por la pobre chica, o reírme de Hunter y su ridícula movida de "soy el sobrino del director".

—¿Quién iba a decir que la carta de Patch te funcionaría? —le comenté, divertida—. La pobre estaba a punto de tener un recalentamiento cerebral. Casi pude ver el humo salir de su cabeza.

—¿Lo viste también? —se rio McLaggen.

Me uní a sus risas, hasta que recordé con quién me encontraba, y la broma ya no me pareció tan graciosa. Dejé de mirarlo y me enfoqué en nuestro alrededor, volviendo mi cabeza fría y entrando en modo negocios.

Dentro del gimnasio, la iluminación era una mezcla entre rojo y azul, había mesas organizadas estratégicamente alrededor del lugar, enfundadas en manteles blancos y sillas de ambos colores. Del techo caían espirales de papel azul, simulando el hielo, supongo, y de hecho, a lo lejos, pude ver una escultura de hielo verdadero en la mesa de bocadillos.

Supongo que Betty tenía razones para dedicarse a esto.

—Bien, ya estamos aquí, tú déjame saber cuándo quieras hacer el trabajo, mientras tanto estaré con Matthew —le dije, impaciente por alejarme de él antes de que la gente se percatara que había venido con el sobrino del director.

—¿A dónde vas? —me preguntó, sujetándome del brazo para detenerme—. Tenemos que permanecer juntos, Patch no pareció muy convencido cuando le dije que me gustaban los bailes, así que debe estar vigilándome y esperando cualquier paso en falso. Necesitamos vernos felices de estar aquí, eso significa... —Me jaló a su costado, haciendo que chocara con su cadera—, que vamos a tener la increíble experiencia completa de un baile, juntos.

The Senior Year (Secuela de She is one of the boys) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora