-¿Quién eres tú?-, me pregunta una pequeña niña cuando logra abrir la puerta.

-Soy Sabina-, hablo frunciendo el ceño, ¿es que tenía otro hijo?-, ¿tú quién eres?-, ¿quién se suponía que era esta niña?

-Charlotte-, no recordaba a nadie con su nombre, ¡ay no! Me sentía mal, de repente la conocía antes del accidente-, la sobrina de Noah-, ¡¿qué?!

-¿Desde cuando estaba enfermo?-, de alguna forma tenía que averiguar quién era este Noah.

-Desde hace más de un año-, en serio, en serio, muchas gracias. Lo sentía por aquella persona, pero Noah seguía vivo, todavía había esperanza, eso es lo único que no se perdía.

-Lo siento mucho-, me disculpo y jalo a Lucas, quien está tratando de no carcajearse-, cállate-, le digo una vez que estamos solos. No podía soportar cómo se estaba burlando de mí-, en serio pensé que se había muerto-, rompo en llanto y lo abrazo.

-No, pequeña, ten fe. Pero debes admitir que todo tu dramatismo fue muy gracioso-, habla riendo.

-Cállate-, le contestó con una sonrisa y él hace lo mismo. Hasta el momento no me había puesto a apreciar esa dentadura perfecta, digna de la realeza. Nunca antes había visto una sonrisa tan preciosa como la de él, no que yo recordara.

-Apúrate-, ahora es él, el que me jala del brazo para sacarme del ascensor-, solo quedan dos habitaciones, reza para que sea esta-, se carcajea, pero de inmediato una enfermera sale de un cuarto y lo calla.

-Tenga más respeto, señor-, rueda los ojos y se va. Ambos nos miramos atónitos y empezamos a reírnos en silencio.

-¡Qué amargada la vieja!-, río con más fuerzas. No soportaba a la gente así, me daban náuseas.

-Ni que lo digas-, rueda los ojos y volvemos a caminar. Ahora, al piso cinco, cuarto quinientos tres.

-Tengo miedo-, hablo mirando la puerta blanca que me traía recuerdos de cuando yo estuve aquí. Quería golpearme por estar tan triste, yo no conocía a ese niño, no tenía porqué derrumbarme, pero es que sentía que debía protegerlo.

Unos golpes en la puerta fueron los que me despertaron de mi trance, miré preocupada a la puerta y mi sonrisa se ensanchó al ver a Nate, ya estaba aliviada de haberlo encontrarlo, sin embargo, esta se borró al ver sus ojos hinchados. No lo pensé dos veces y lo abracé, a veces era lo más que uno necesitaba.

-Es peor de lo que parecía-, habla entre sollozos-, padece de una enfermad muy extraña, tenía una hemorragia interna, pero él no se quejaba... él no siente nada, no siente el dolor-. ¿Eso existía?

-Pero, pero eso es bueno, ¿no?-, no le veía nada malo a eso, más bien, Noah ya no sufriría, eso estaba bien.

-¡No! ¡¿Es que no entiendes?! ¡Noah se puede estar muriendo y nunca lo va a saber! ¡Estuvo al borde de la muerte!-, me gritaba exasperado. Lágrimas se acumularon en mis ojos, qué estúpida había sido, ahora, me sentía pésimo.

-Oye, tranquilo, viejo-, habla Lucas frunciéndole el ceño y poniéndose delante mío. ¡Más tierno! En cambio, Nate lo miró furioso y se acercó a él para confrontarlo.

-¡Tú!-, lo apuntó con él dedo con odio-, ¡tranquilízate!-, estaba paralizada, veía cómo L se tensaba, lo sabía porque cada vez que lo hacía juntaba con fuerza sus manos haciendo un puño. ¡Rayos!

-Mira, amigo, estás alterado, debes calmarte-, realmente él estaba haciendo un esfuerzo por calmarse, yo sabía que quería tirarle un puñete en ese mismo momento, pero no lo hacía y no sabía si era porque yo estaba ahí o porque la situación no lo ameritaba.

Adicto A TiWhere stories live. Discover now