Uno

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Mañana cumplíamos un año de habernos casado y estaba súper ansiosa. Después de pasar meses divagando sobre qué podría darle, finalmente, me decidí por algo que desde el día que lo vi sabía que se lo quería dar. Me ponía súper nerviosa el solo pensar que tal vez no le gustaría. Le tenía que gustar.

Volteé y vi cómo estaba descansando. Sonreí, era tan hermoso. Termino de preparar su regalo y lo pongo en una caja. Me acerco hacia donde él está y lo pongo sobre su mesa de dormir, sonrío y me voy a acostar a su lado.

Lo observé por unos segundos y acaricié su perfecto rostro, sonreí al saber que por fin estábamos bien. Hace unos días nos habíamos peleado por la cosa más tonta; no lo había esperado para tomar desayuno. Me di la vuelta, cerré los ojos y con una sonrisa en los labios fui quedándome dormida hasta que sentí un brazo jalarme. Le di un beso y me acurruqué entre sus brazos.

Era tan feliz.

***

Me levanto al sentir varios besos húmedos en mi cuello, labios y por toda mi cara. Rio y miro a Damian, me da un beso súper cálido y siento que me desmayo.

-¡Qué bonita forma de comenzar el día!-, dije entusiasmada.

-¡Feliz aniversario, preciosa!-, me dijo sonriendo tiernamente. De repente siento las lágrimas.

-¡Feliz aniversario, mi amor!-, dije igual y lo abracé fuertemente. ¡Cómo lo quería!

-Gracias, nena-, dijo Damian con una notable sonrisa. Me abrazó y agarró la cajita que tenía sobre su mesa. La abrió y me la entregó, estaba vacía, eso solo significaba un cosa: se la había puesto. Vi su cuello y, efectivamente, ahí estaba adornando su hermoso y perfecto cuello.

-Te lo pusiste-, estaba con una enorme sonrisa.

-Por supuesto. Gracias-, dijo tierno y me abrazó. Lo que se había puesto era un collar grueso de oro y en el medio de este había un pequeño dije. El problema con este había sido que había venido sin la foto que había encargado, por eso que yo misma pegué una foto de nosotros dos. Esta era en blanco y negro y los dos estábamos sonriendo, yo le estaba agarrando el mentón, mientras que él me agarraba de la cintura.

-Me alegra que te haya gustado-, dije y cerré los ojos, me volví a echar en la cama y suspiré satisfecha porque, seré sincera, temía que no le gustara.

-Nena-, escuché que susurró en mi oído y abrí mis ojos.

-¿Qué pasó, nene?-, dije. Él negó sonriendo y depositó un pequeño beso en mi mejilla.

-Me encantas-, me besó dulcemente-, pero me tengo que ir-.

-¿Qué?-, pregunté frunciendo el ceño, pero ya era tarde; ya se había ido. Suspiré frustrada y me senté en la cama. No entendía por qué tenía que haberse ido justo para nuestro aniversario. Cerré los ojos y, casi al instante, pude reconocer un olor bastante peculiar: jazmines. Caminé hacia la puerta de nuestro cuarto y en el piso vi algunas flores regadas, todas junto a una carta, la cual decía: "Para la princesa más bella".

Sonreí y la abrí. Saqué la hoja y leí en mi mente <<Princesa, te amo>> simple, era simple, pero hermoso. Seguí las instrucciones que tenía la carta y me dirigí a la cocina. Sentí que iba a llorar de la ternura; Damian estaba lleno de harina tratando de cocinar. Reí, era hermoso.

-Para la princesa más hermosa-, dijo y con su mano palmeó el asiento para que vaya ahí. Con los ojos llorosos me dirigí y me senté a su lado. Se veía tan tierno haciendo todo eso.

-Todo está hermoso-. Él me había preparado un rico desayuno. Con razón que me había estado pidiendo clases de cocina y, para ser sincera, yo también era un desastre cocinando. El me dedicó una gran sonrisa y me entregó otra carta.

Adicto A TiWhere stories live. Discover now