¿Cómo puedes ser tan cruel?

265 32 1
                                    

—How can you be so cruel? cantaba Tom a todo pulmón hacia la ventana de su vecino.

Sinceramente, no sabía qué le había hecho al hombre para que lo odiara tanto, pero desde que se había mudado, le había arrancado las plantas que sembrara en la línea divisoria. Tom sabía que había medido bien la distancia, por lo que estaba seguro de que no se había rodado algunos metros dentro del área vecina. Además, le había echado agua fría a su gata, aunque por suerte no había sido agua caliente. Y, el colmo de los colmos, ¡le había robado la pizza que ordenara!

How can you be so cruel? Don't you know I'm human too?! volvió a gritar hacia la ventana contraria.

El descarado hombre de cautivadores ojos dorados se asomó a la ventana y le dio un gran mordisco a un pedazo de SU pizza.

¿Por qué hombre era tan cruel? Mientras él buscaba dinero para pagar con sus últimos diez dólares la pizza, ¡su vecino se la había robado y ahora se la comía en su cara! Bueno, no en su cara precisamente, pero ¡carajo, tenía hambre y ni un centavo encima! Lo peor había sido que el jovencito que le llevara la pizza casi se echaba a llorar cuando le explicaba que tendría que pagarla de su propio bolsillo, por lo que Tom la había pagado. El chiquillo no tenía la culpa de que él tuviera un vecino malvado, ¿verdad?

Sly miraba al atractivo y altote joven, quien por cierto cantaba fatal, mirarlo a su vez con una mezcla de enojo y súplica.

Cuando Sly había empezado a buscar llamar su atención, después de fallidos intentos de conversación, no imaginó que el joven se lo tomaría mal. Bueno, vale, quizá se le había pasado la mano en sus 'travesuras'. Pero es que el atractivo gigantón apenas lo miraba, a no ser que hiciera precisamente alguna travesura.

Porque, vamos, ¿quién se enojaría porque le arrancaran unas plantas que de todas maneras iban a morir? El chico era tan distraído que al parecer no se había dado cuenta de que no estaba sembrando en tierra, sino en una especie de arena decorativa. Y en cuanto a la gata, la pobrecilla estaba en el patio, en celo, a merced de un montón de gatos, mientras el tonto gigantón pintaba en el interior. Echarle agua fría a todos fue la opción más rápida en el momento. ¡Caray, había rescatado a la gata y el chico lo había fulminado con la mirada al verla mojada!

En cuanto a la pizza, admitía que había sido una movida un pelín cruel. No había pensado, la verdad, simplemente había reaccionado. Había visto al chico con una enorme sonrisa entrar a buscar el dinero y se le apeteció... el chico. Pero como no podía tenerlo, ¡le robó la pizza!

Y ahora este "cantaba" a todo pulmón, mirándolo con esos deslumbrantes ojazos verdes imitando al gato con botas y a un guerrero, a la misma vez. No parecía saber si mirarlo con enojo o súplica. Yummy, estaba apetecible.

Tom no podía creer que el hombre agarrara otro pedazo de pizza y le sonriera. ¡Le sonreía mientras se comía SU pizza! Qué desfachatez. No podía creer que el hombre le hubiera gustado. Vale, aún le gustaba, pero caray era un hombre mayor, profesional y... muy, muy cruel.

Oh... Sweetheart, You're so cruel! Desperation is a tender trap. It gets me every time you put your lips to MY PIZZA! gritó, adaptando la canción a su conveniencia.

Sly no pudo evitar echarse a reír. ¡Dios, no solo cantaba fatal, tampoco era buen compositor! Terminó su pedazo de pizza y, después de darle un trago a su refresco, cerró la caja. La mirada del grandote valía un millón. Con una risita baja, agarró la caja y el refresco, y se alejó de la ventana.

Ok, Tom estaba a punto de sentarse en el suelo y echarse a llorar. ¡Tenía hambre y los bolsillos vacíos! Y su vecino, su muy atractivo vecino mayor que él por quizá diez años, se comía su pizza con una expresión de pura maldad. El timbre de la puerta lo libró de decidir si llorar o suplicar.

Ellery, no estoy de humor refunfuñó, caminando a abrirle la puerta a su molesto hermano.

Hola, Tom. Soy Sly, por si lo has olvidado dijo su vecino, empujándolo para entrar.

El grandote miraba a Sly con la boca abierta y una mirada pura de hambre... por la pizza.

Aún no era hambre de él... pero lo sería. Oh, sí. «Ahora que tengo toda tu atención, tengo medio camino ganado», pensó Sly con una gran sonrisa, caminando hacia la cocina.

Adictamente CruelWhere stories live. Discover now