Capitulo 5: Slytherin

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Un muchacho de platinados cabellos miraba por la ventana de su habitación, perdiendo su mirada en el lago negro mientras abrazaba sus piernas y le sonreía discretamente a sus rotulas, un joven pelinegro aguardaba silenciosamente una respuesta, mirando con curiosidad las reacciones del mayor; en realidad era la primera vez que le observaba de esa forma: con la guardia baja, en su territorio, completamente cómodo consigo mismo y sus reacciones, era un espectáculo digno de ver, sus facciones relajadas, su mirada transparente.
  Sus patronus seguían jugando por la habitación, saltando, tratando de alcanzar al otro, de atraparlo, era una buena representación de lo que ellos habían hecho durante años.

   -No, Potter-habló al fin el ojiplata- tú crees que estás seguro porque tu pequeño cerebro no es capaz de procesar mucha información al mismo tiempo.

   No lo dijo como insulto, su tono casual lo hacía parecer más bien un dato de conocimiento general que era obvio para todos menos para él, Harry lo miró fijamente y contrario a lo que habría hecho antaño soltó una carcajada.

   -Creo que dadas las circunstancias deberías llamarme Harry.

   -¿Cuáles circunstancias?- espetó el rubio levantando una ceja.

   -Vamos, sabes de qué estoy hablando.

  La mirada esmeralda sobre su cuerpo se sentía cálida, su magia corría libre, extendiéndose incluso fuera de su cuerpo, abarcando toda su habitación como prueba de que, aun estando nervioso y sin saber qué hacer, con un intruso en su alcoba se encontraba cómodo pero no estaba preparado para que las cosas escalaran así de rápido, a su modo de verlo Potter simplemente se adelantaba a los hechos. Volteo discretamente, las figuras plateadas continuaban jugueteando: el lobo perseguía al cuervo mientras éste aleteaba y, cuando el lobo creía alcanzarlo se elevaba más dejándolo solo; el lobo corría, el cuervo volaba grácilmente, rodeándolo, alejándose, robando por completo la atención del lobo quien no le quitaba la mirada de encima. Draco suspiró, llevaba años haciendo exactamente lo mismo que su patronus: perseguía a Potter, siempre sintiendo que era dejado detrás, abandonado a su suerte, sintiéndose superado por el brillo del pelinegro y queriendo egoístamente atraparlo y tenerlo para sí únicamente; abrazó con más fuerza sus rodillas y recargó su rostro en ellas, escondiéndolo inconscientemente.

   -No te gusta lo fácil ¿Cierto?- preguntó, el sonido de su voz siendo amortiguado por sus rodillas.

   -¿Necesitas realmente preguntar eso? Bueno, Draco, creí que me conocías.

   -No estoy para bromas, Potter

   

Harry se levantó del sofá y caminó el espacio que le separaba del rubio, se puso justo frente a él, obstruyendo su vista del lago; su corazón palpitaba fuertemente y temía que su magia se descontrolara,  nunca había tocado al dragón, al menos no de la forma que pretendía hacerlo ahora ¿Cómo, en nombre de Merlín, su vida había dado ese vuelco? Los ojos plata no se despegaban de él haciendo su respiración pesada, escuchaba sus latidos con la fuerza de un trueno y su magia era difícil de contener, al menos hasta que sintió la de Draco a su alrededor, calmándola, cosas de sangrepuras, o eso le había explicado Ron esa mañana. Se inclinó lentamente, preparándose para cualquier tipo de reacción por parte del mayor, la mirada plateada reflejaba duda pero eso no lo detuvo, se hincó frente al rubio, lo más cerca de él que podía y tomo su mano izquierda, la piel de Draco era suave y cálida a pesar de la palidez; entrelazó sus dedos lo que provocó que Draco bajara sus rodillas del sofá, tocando con sus pies descalzos el suelo frío de las mazmorras; el pelinegro se inclinó hacia adelante y unió su frente con la del rubio, su volátil magia y la del rubio los envolvió a ambos, su corazón palpitaba con fuerza y podía sentir al de Draco como propio, haciendo eco de los latidos, con la misma fuerza, al mismo ritmo: sincronizados como sus magias.

El Dragón cerró los ojos, inhaló profundamente llenándose del aroma del pelinegro: metal y cera de vela, disfrutaba tanto ese olor; apretó con fuerza la mano que tenía entrelazada con la de Potter, como si llevara tiempo necesitando el contacto con el otro y no lo hubiera notado hasta entonces. Ninguno hizo nada más, se quedaron así, simplemente disfrutando de la sensación  de sus magias juntas, con las manos entrelazadas y las frentes unidas. Pero aquello no podía durar para siempre así que, contrario a lo que deseaba y como ya era su costumbre, el rubio rompió el contacto y se alejó, volviendo a su postura inicial, abrazando sus rodillas pero sin dejar de observar al pelinegro. Harry suspiró, debió saber que aquello pasaría, giró su rostro buscando sus patronus más estos habían desaparecido, probablemente en el momento en que se habían acercado; sonrió divertido recordando el inicio de su conversación con el rubio y lo miró.

   -En verdad debería preguntarte por qué ya no aparece tu cuervo-comentó en tono divertido.

   -Potter

   -Pero dada la información que conseguí en la mañana- dijo Harry, ignorando por completo la mirada y el tono de fastidio del rubio- de una fuente sangrepura muy confiable no pregunatré - la mirada confusa del Dragón no lo detuvo- ¿Sabes? Hasta esta mañana mi Patronus también tenía un lobo.

   -¿Weasley te lo contó?

   -A su modo, pero me gustaría escucharlo de ti.

   El de ojos esmeralda se sentó en el piso frente al rubio, cual niño pequeño esperando escuchar una historia, con la mirada llena de ilusión, el rubio sonrió, una sonrisa honesta y brillante, disintió con la cabeza y se dispuso a contar una de las antiguas leyendas que le ayudaban a dormir.

   -En el mundo de la magia existen muchos misterios-comenzó, la mirada esmeralda no se despegaba de él- existe oscuridad y existe luz, poder y debilidad. Es bien sabido por nosotros, las antiguas familias Sangrepura, que nuestra magia tiene voluntad propia y por ello debemos honrarla y respetarla- Había memorizado la leyenda, palabra por palabra escuchada de los labios de su madre en tonos cantarinos y dulces y también de la voz grave de su padre, le parecía una historia hermosa- También sabemos que todo tiene un complemento, y aunque nosotros mismo somos un todo y funcionamos a la perfección de manera solitaria nos necesitamos los unos a los otros.
  >>Así como hay almas gemelas existen las almas complementarias, son seres extraordinarios y realmente escasos que guardan un inmenso poder; sus almas van cambiando, su representación puede ser dual o única y no se asientan en una forma sino hasta que encuentran su complemento, pero la tristeza siempre les acompaña, dado su enorme poder está escrito que deben sufrir para encontrarse: su sufrimiento se acepta como pago, un intercambio equivalente al goce que tendrán cuando se encuentren y puedan estar juntas. Estas almas nacen como producto de la unión de dos almas gemelas, siendo la prueba física y mágica del amor puro, la confianza y la lealtad. De estas almas, ambas iguales, con el mismo brillo y con la suerte de encontrarse la una a la otra, con la fortaleza de mantenerse juntas se crearía un alma volátil, cambiante, cuyo contenedor humano sería siempre fuerte pero lleno por dentro de una fragilidad infinita y una pureza que ni las más crueles acciones lograrían manchar, siendo protegido por su magia y la de sus padres desde su nacimiento hasta su trágico final. No siempre las almas complementarias aparecen al mismo tiempo y, cuando esto ocurre están condenadas a sufrir y esperar hasta que la otra sea creada…
  >>Potter, deja de verme así, en verdad es una historia larga y me gustaría poder contarla con tranquilidad

   El pelinegro lo miraba con atención absoluta, sonriendo ligeramente ante cada palabra, haciéndolo sentir nervioso; los vasos sanguíneos de su rostro se dilataron poniéndolo en evidencia. Aún sentía el corazón de Potter latiendo al ritmo del suyo y sus magias seguían revueltas; ya no se tocaban, al menos no físicamente más parecía que la unión no iba a deshacerse pronto. Por eso se había encerrado, por eso necesitaba pensar y por eso también no quería acercarse al ojiverde: las leyendas tenían bases y, si esta era cierta no les esperaba nada bueno.

   Harry le sonrió, una sonrisa cálida que nunca había visto y que le quitó esa sensación de soledad que lo había acompañado toda su vida.

   -Lo lamento, es solo que no puedo evitarlo-Contestó Harry ¿Desde cuándo su voz era tan profunda?- Pero en verdad quiero escucharte, hay algo en el modo en que hablas que me hace sentir tranquilo

   El sonrojo empeoró, bajando desde sus mejillas hacia su cuello, aumentando su nerviosismo; Harry siguió con la mirada el camino de la sangre de Draco, descendiendo por su cuerpo, repasando los detalles escondidos en la nívea piel del mayor y haciendo que los vellos de su cuerpo se erizaran.

   -Nunca dejarás de ser un León idiota ¿Verdad, Harry?

AmortentiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora