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Pero al segundo día sus familiares y amigos empezaron a preocuparse. 

Hasta sus hermanos mayores, que siempre la trataban de molestia,  trataron de ir a ver lo que sucedía con su hermana, pero cada vez que tocaban la puerta eran corridos por los gritos de la pelirroja.

A la noche, lo trataron sus padres.

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