- Negrita... Yo

- Nada, quiero que te vayas. Esto lo solucionare sola

- ¿Qué? – Susurra.

- Lo que escuchaste – Dice con voz firme – Hice de todo para recuperar a mi familia y no funciono. Si es mejor para ti estar con la fulana esa, es mejor que te retires ahora

- Adriana, estas malinterpretando todo

- No, Ignacio... Las cosas estaban bien hasta que todo esto empezó a suceder

- ¿Estás diciendo que es mi culpa? ¿Hasta cuándo creías que no se iba a enterar de nada, Adriana? No intentes defenderla para darle la razón a algo que sabes muy bien que está mal... Me iré, pero no creas que esto acabo aquí

Escucho un portazo y luego un auto rechinando sus llantas al salir. Y sollozo de nuevo, todo esto es mi culpa, nada de esto hubiese pasado si mi curiosidad no me hubiese llevado a descubrir la verdad, a meterme en un lugar donde claramente decía Prohibido el paso y aun así lo hice. Al principio quería lograr algo, quería desenmascarar a los culpables para sentirme bien conmigo misma pero ahora que todo lo se me doy cuenta que estaba totalmente equivocada. Si hay que buscar algún culpable las flechas apuntan directamente a mí.

- Annie – Escucho a través de la puerta – Hija, por favor vamos a hablar...Permíteme explicarte – Muerdo mi labio para que no se escape el hipido atorado en mi garganta – Las cosas no sucedieron como crees, por favor, tienes que escuchar mi versión de la historia

Miro nuevamente al techo mientras el torrente de lágrimas continua su paso. Escuchar a mi mamá tan vulnerable solo hace que mi corazón se arruga como pasa, nunca había visto que derribara sus barreras porque siempre se mostró fuerte, siendo papá, nadie tuvo el poder de tirar a Adriana Ávila abajo, caía, si pero siempre salía victoriosa y con la frente en alto, no permitía que nadie destruyera su orgullo porque era más fuerte que cualquier persona, si la agredías pues ella atacaba con más fuerza al punto de acabarte con sus palabras, escucharla así es darse cuenta que si talón de Aquiles es su familia... Quiero escucharla, mi corazón así me lo grita porque no puedo juzgarla por la simple y llana razón de ser mi madre, pero estoy segura que no me gustara lo que tiene para decir y aunque este mal, no encuentro razón alguna para aceptar que lo que hizo, fue lo correcto.

Escucho un suspiro y luego unos pasos que se alejan de mi puerta. Me doy media vuelta, ocultando mi cabeza entre las sabanas, cierro los ojos para así poder perderme en un mundo donde solo se escucha la risa de una niña con cabello castaño que es alzada en el aire en los brazos de su padre, donde nada de esto nunca existió.

Miércoles, un día caótico más de la semana. Deambulo por los pasillos aferrándome fuertemente a las azas de mi mochila mientras soy observada bajo las atentas miradas de otros, algunos se alejan con temor y otros solo me observan como si se tratara de algún bicho de un experimento. Suspiro, todos los días han sido iguales, salvo que cada día son más las personas que observan como si de algo malo se tratase.

Y no es para menos, no todos los días se escucha que alguien le rompió el tabique a una compañera en El Williams.

Cada uno tiene su versión, uno más exagerada que otra; algunos dicen que fue por venganza, otros por amor, otros por robo... Y así sucesivamente, pero todos llegan a la misma conclusión: Le desfigure la nariz a Patricia. Excepto ese chico de primer año que dijo que la había empujado por las escaleras, rompiendo su pie y dejando muchos moretones en su cara además de la nariz. Apenas me lo cruce el chico lo que hizo fue salir corriendo. Pensé que no había sido para mucho, hasta que llegue el lunes temprano y la vi con una gasa en su nariz que ocultaba el enrojecimiento que esta tenia, ni hablar de la chispa de rabia que saltaban de sus ojos. Sin duda toda mi rabia se fue junto al puño que fue a dar en su cara, su molestia se intensifico cuando vio que en mi cara solo existían pequeños rasguños que con un buen maquillaje se ocultaban.

Esta soy yoWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu