Nunca entendí el odio hacia las festividades, porque para mí no había nada mejor. No me entraba en la cabeza como algunas personas decían "odio la navidad" o "detesto año nuevo" con completa naturalidad, cuando yo estaba todo el año ansiosa porque esas fechas tan esperadas llegaran.
Tanta comida, la mesa repleta de cosas dulces, estar con la familia, aquellos primos lejanos que venían solo en esa época del año a festejar, regalos, fuegos artificiales de mil colores, el brindis...
Pero entonces, comencé a crecer, y me di cuenta de donde venía ese odio. De repente había una persona menos en la mesa. Una persona menos brindando, una persona menos deseándote un buen año o una feliz navidad... Y entonces, unos años más tarde, hubo otra persona menos. Y aunque nos duela, sabemos que nunca se detendrá. En vez de sumar, solo parece que restamos.
Entendí el odio a las fiestas cuando, un minuto pasadas las 12, mi abuela, mi mama y mis tíos rompieron en llanto porque mi abuelo ya no estaba ahí. Y sí, yo también quise llorar, pero eso hubiera empeorado el estado en el que se encontraban, así que me limite a abrazarlos, y guardarme esas lágrimas para cuando estuviera sola. Y me dormí llorando, y entendí porque algunas personas odian las fiestas.
YOU ARE READING
Extractos de un libro que nunca escribiré
RandomCosas que escribo, y que alguien lee. Puedes encontrar consejos o simplemente algo con lo que te sentirás identificado, y así darte cuenta de que no estás solo. 2017 2018