cap 1 adios amor...

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Taiga entró a la cocina y sonrió con ternura al ver a Himuro batallando con un sartén y unos huevos en un intento notoriamente fallido por cocinar. El desagradable olor a comida quemada y la carita de preocupación de su sensual esposo era algo digno de ver a las 8 de la mañana de un viernes.

Entró con una sonrisa dibujada en su rostro tratando de evitar soltar la mueca burlona y chula que realmente quería hacer.

-definitivamente la comida sigue sin ser lo mío- le saludó Himuro mientras retiraba el sartén del fuego, tomaba un plato y ponía en él lo que parecía ser un par de huevos revueltos con unas tiras quemadas que supuso Taiga, era tocino frito.

-pero creo que esto es comestible...- aseguró el pelinegro con una sonrisa satisfecha por haber realizado su primer desayuno presentable en un mes de casados.

Se dieron un beso de buenos días y se sentaron juntos a la mesa, Taiga se sirvió un vaso con jugo y Himuro bebió una taza de café, expectante a que el pelirrojo probara el desayuno y le diera su crítica constructiva.

Taiga probó un trozo de tocino y sonrió... estaba realmente quemado pero aún era comestible... era como comer una goma de mascar pasada con sabor a carne. El pelinegro le sonrió con mayor emoción al ver que el "desayuno" era del agrado de su esposo.

Taiga tomó una porción de huevo y comió con lentitud ¡santa mierda! Nunca en sus 26 años de vida había probado unos huevos revueltos tan asquerosos, en serio, asquerosos, sin sal, quemados, duros y con trozos bastante grandes de cascaron. Le sonrió agradecido a Tatsuya e hizo de tripas corazón mientras continuaba comiendo "eso" tomando nota mental de después tomar algún pepto bismol para evitar el malestar estomacal.

Pese a que los huevos sabían realmente a mierda frita sonrió divertido de ver que Tatsuya se estaba esforzando, tenían tan solo un mes de casados y Taiga sabía que el moreno nunca había tenido la necesidad de cocinar, no cuando eres el niño pequeño mimado de papi y mami y más tardabas en abrir la boca que tener enfrente lo que querías; para Taiga había sido todo lo contrario. Al vivir solo con un padre empedernido en su trabajo el pelirrojo se había visto en la obligación de cuidar de sí mismo y de su progenitor en todos los aspectos: cocinaba, lavaba, planchaba, era todo un amo de casa. Añmbos nacidos en ambientes hogareños tan distintos se estaban acoplando a su nueva vida tras enamorarse hacia 5 años en la universidad.

Himuro era veterinario, amaba, en serio amaba a los animales, a cualquier tipo de animal, "sobre todo a Taiga" solia decir sonriendo el pelinegro en broma. Taiga era arquitecto, no que amara totalmente las construcciones pero era una carrera que le permitía explotar su imaginación y podía plasmar su carácter en los edificios que hacía. Se habían conocido durante la carrera en la universidad, ambos habían chocado un poco en su carácter pero en seguida notaron que se gustaban. El sueño de los dos era comprar un gran terreno y construir un albergue para animales en abandono.

-te amo...- le susurró Taiga mientras se inclinaba hacia enfrente en una invitación muda para besarse.

Tatsuya le imitó acercándose eróticamente a él, ambos tenían que ir al trabajo pero seguro una buena sacudida antes de partir no le haría daño a nadie.

Los labios de Taiga rosaron los del pelinegro suavemente. Sonrieron y tras perderse en las profundidades de los ojos contrarios profundizaron el contacto. Taiga se puso de pie, cruzo la mesa para estar frente a frente a su esposo y acarició las blancas mejillas y el cabello negro.

-eres tan hermoso...- le susurró Taiga mientras tomaba la cintura del moreno y lo sentaba en la barra de la cocina, de inmediato Tatsuya enroscó sus piernas a la cintura del pelirrojo.

siempre contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora