Cap. 14.- La secta del golpe final

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Lelouch anduvo por los pasillos intentando no llamar la atención, como siempre, y se preguntó a que se refería Alex. Pronto lo descubrió.

La alarma antiincendios sonó, y un segundo después los aspersores se encendieron soltando una lluvia de pintura multicolor. Los gritos de enojo no se hicieron esperar, y Lelouch aprovechó el desorden para salir. Una sonrsa afloró en sus labios sin que pudiera evitarlo al recordar que en la academia Ashford había sucedido algo parecido y él, como vicepresidente del consejo estudiantil había ayudado a resolver el desastre causado. Entonces vio a Alex aterrizar en el suelo con suavidad.

-Fuiste tú, ¿cierto?- le preguntó-. Quien causó el desastre de pintura en la academia Ashford.

Alex asintió.

-¿Por qué no nos encontramos allá?

-Intenté verte, pero era difícil hallar al vicepresidente del consejo. Además, tampoco era como si estuvieras en la escuela todo el tiempo.

Ambos se dirigieron al hospital. En el camino trazaron un plan para distraer a los posibles vigilantes, por lo que cuando llegaron ya sabían que hacer. Entraron, y al llegar a la segunda planta, donde estaba la habitación de Amanda.

-Bien- dijo Alex mirando al guardia apostado en la puerta.-. Tu turno.

Lelouch asintió y avanzó por el pasillo. Esperaba que su idea funcionara a la primera, o de lo contrario tendría que improvisar.

-¡Necesito ayuda!- exclamó en cuanto estuvo cerca del guardia.

-¿Qué ocurre?- preguntó el guardia.

-Acaban de asaltarme. Afuera del hospital.

El guardia estuvo a punto de caer en el anzuelo, pero algo le hizo desistir.

-Lo siento- dijo, y Lelouch bajó la cabeza, cubriéndose los ojos con una mano-. Puedo pedir refuerzos y...

De golpe, el joven levantó la cabeza dejando al descubierto sus ojos, que eran de un tono magenta con un símbolo en el iris. Miró al guardia y dijo:

-Venga conmigo.

El hombre obedeció, siguiendo a Lelouch lejos de su puesto, momento que Alex aprovechó para colarse dentro de la habitación.

-Sabía que ibas a venir- dijo Amanda.

La mujer estaba tendida en una cama, con vendas en los brazos y con una gran quemadura en la cara. La piel que estaba al descubierto estaba roja y su cabello estaba chamuscado.

-Estas hecha un asco- dijo Alex al verla.

-Es el precio de la purificación- dijo Amanda.

Alex bufó, acercándose.

-¿Acaso necesitabas purificación?- preguntó.

-¡Claro que la necesitaba!- exclamó Amanda-. He estado impura desde que te cargué en mi vientre obligada por tu padre.

-Entonces era cierto: eres una de ellos, ¿no? De los cazadores.

Amanda asintió, y Alex apretó los puños.

-Tú estuviste detrás del ataque donde murió Graciela- afirmó la chica.

-Tenían que morir las dos, pero me tuve que conformar con esa asquerosa vampira- dijo Amanda con desprecio.

-Y de seguro también mentiste a la policía.

-A la policía, a los Caballeros Negros y hasta al mismísimo L.

-¿Donde esta Giselle? ¿Qué fue lo que pasó?

-Nunca lo sabrás.

Alex sonrió mostrando los colmillos. Esperaba esa respuesta. Amanda se dio cuenta de lo que iba a pasar.

-No te atrevas- dijo-. ¡Apartate de mí!

Pero Alex no le hizo caso, y en un instante hundió sus colmillos en la nuca de su madre. Al beber la sangre directa de esa parte del cuerpo, Alex podía ver los recuerdos de la persona que mordiera. Y cerró los ojos viendo los recuerdos de Amanda.

Estaba nerviosa. No faltaba mucho para el atardecer, y por primera y única vez Amanda lamentó que Alex no estuviera en casa. Se aseguró de que todo siguiera la rutina: Rice estaba en la sala viendo televisión y Giselle estaba en su habitación escuchando música; todo estaba bien.

Fue a la cocina, ella debía estar ahí, y en cuanto oyó el inconfundible sonido de una camioneta estacionando frente a la casa supo que ya habían llegado. Unos segundos después escuchó como tiraban la puerta y la voz de Rice:

-¡Eh! ¿Qué buscan aquí?

Un disparo resonó en el lugar, y luego Amanda escuchó la voz de Giselle, que salía de su cuarto.

-¿Qué fue eso?

Amanda salió de la cocina y le cerró el paso a Giselle, que la miró extrañada.

-Mamá, ¿esta todo bien?- preguntó-. Escuché un disparo y...

Amanda se apartó de golpe y un hombre vestido de negro le cubrió la cabeza con una capucha a la muchacha. Giselle gritó, peleó y pataleó pero al final entre varios hombres la sacaron de la casa. Uno de ellos se acercó a Amanda y le dijo:

-Tu hija será purificada. Tú también debes purificarte.

El hombre salió y sus secuaces prendieron fuego a la casa.

Alex se apartó, asqueada de lo que había visto.

-Era tu hija- dijo-. ¿Como pudiste?

-Esto es culpa tuya, asquerosa chupasangre- siseó Amanda con profundo desprecio-. Todos estaríamos mejor si no hubieras nacido. ¡No sabes cuanto te odio!

Amanda se pusó de pie en el momento en que unos enfermeros entraron.

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Lelouch esperaba afuera. Miró a un lado y a otro por enésima vez esperando que Alex apareciera mientras pensaba en otras cosas, como por ejemplo el guardia que había manipulado con ayuda del Geass. ¿Por qué lo había hecho? ¿En qué estaba pensando cuando, en primer lugar, se ofreció para ayudar a Alex?

Eso era sencillo: él sabía lo que era perder a una hermana y no saber nada de su paradero. Él había pasado por esa situación y la había enfrentado prácticamente solo, así que si podía ayudar a su amiga, lo haría. Aunque eso significara usar de nuevo el poder de la obediencia absoluta.

-¿Lelouch?

El azabache dio un respingo. Volteó y se encontró a Alex, con semblante abatido. Antes de que pudiera decir nada, se escuchó un ruido proveniente del hospital y ambos vieron un cuerpo caer.

-¿Eso...? -preguntó Lelouch.

-Era mi madre- dijo Alex, y se fue a paso lento.

Atrapada entre mundos (1/2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora