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—Chica Delivery... - Esa voz, simplemente no puede ser verdad. Me di la vuelta.

- Matteo ¿Qué haces aquí? -Pregunte.

- ¿No es más que obvio? - Preguntó. - Te extrañaba Chica Delivery.

- Yo también lo hice, pero yo ahora estoy con Gastón... -Se acerco a mí.

- Sh. —Puso uno de sus dedos en mi labio inferior, indicando que me calle. - Yo estoy con Nina, y créeme que nunca deje de pensar en ti.

- Yo tampoco lo hice, pero supere. - Me levante del asiento y me dirigí a una parte de los lockers.

- ¿Realmente me superaste? - Se levantó también y se acercó a mí. - No se nota, Luna Valente...

- No me digas así. - Mordí mi labio.

- ¿Porque? ¿Acaso te molesta?

Sabía perfectamente que me ponía nerviosa cuando me llamaba así.

"Luna Valente"... Que bien que sonaban esas dos palabras en su boca, con su acento Italiano tan perfecto que tenía.

- Si, me molesta Matteo Balsano.

- Que hermoso suena mi nombre en tu boca, en realidad todo lo que dices es hermoso, sea un insulto o algo lindo, será hermoso, tu eres hermosa.

Eso es lo qué más amaba de el, que bueno que no se le fue la costumbre de dejarme sin palabras, era el único capaz de volverme loca y ponerme totalmente nerviosa con tan solo una palabra.

- Luna, - Me acorraló en un locker. - ¿Puedo decirte algo?

- Si...lo que tú quieras. - Lo mire a los ojos.

- Tengo muchísimas ganas de besarte, desde hace meses, soñé tantas veces contigo, me imaginé tantas veces nuestros besos, y no solo besos... - Me apego a el. - Quiero tenerte para mí, quiero ser la única persona que puede besarte.

- Lamentablemente eso jamás va a pasar Matteo, estoy de novia con Gastón y tú con... - Matteo rodó los ojos. - ¿Que quieres? Es la dura verdad, jamás vamos a poder estar juntos, estamos de novios...

Me agarro de la cintura y me beso, está vez no era como los otros besos que tuvimos, era distinto.

Nuestras lenguas bailan a la par, era el mejor beso de mi vida.

Era apasionado pero lento, era desesperado, los dos queríamos esto.

Bajo un poco más su mano pero yo me di cuenta de sus intenciones y agarre sus dos manos y las dirigí nuevamente a mi cintura.

Yo posé mi mano en su cuello, acariciaba sus hermosos y suaves rulos.

Nos separamos para tomar aire, a veces odio el hecho de ser humano y tener que respirar, en estos momentos lo que te permite vivir es tu peor enemigo.

Los dos chocamos nuestras frentes, nos quedamos mirando, nuestras respiraciones estaban mezcladas y agitadas.

No paraba de ver sus labios, eran muchísimo más lindos cuando estaban más rojizos y hinchados a consecuencia de mis besos.

llévame lejos | lutteoWhere stories live. Discover now