Cumplir promesas

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Draco Malfoy estaba dentro del castillo, ayudando a los heridos y tratando de suponer lo que sucedía a varios kilómetros de él. El Señor Tenebroso era difícil de comprender, pero Draco sabía que era un persona rencorosa y que no descansaría hasta devolverle el favor al "héroe" del mundo mágico. Había escuchado su voz, amenazando con la muerte de todos dentro del castillo, y sabía que Potter caería en su trampa; con la misma mirada beatífica en sus ojos verdes caminaría hacia la muerte para evitar la de muchos otros. Draco lo conocía, lo conocía muy bien.

Los minutos pasaban, trepándose entre sí para formar horas. Y el Señor Tenebroso no hacía ningún movimiento, nadie se atrevía a hablar más alto, y esperaban a Potter. No sabían dónde estaba él, pero los más cercanos comenzaban a sospechar: Harry Potter debía estar decidiendo cómo salir del castillo para enfrentarse a Voldemort. Los sollozos de la gente llenaban el Gran Comedor, la magia que llenaba la habitación se había oscurecido por la sangre y las lágrimas... y el silencio se rompió. Voldemort estaba gritando sobre la muerte de Potter, la muerte que muchos preveían pero esperaban evitar.

Malfoy salió junto a cientos de personas cabizbajas, pero con valentía en los ojos. Longbottom fue el primero en avanzar y el primero en recibir parte de la ira del Señor Tenebroso (Ira que ni cientos de muertes podrían aplacar, la ira de un niño rechazado), después llegaron los centauros. Todos los centauros que había protegido el Bosque Prohibido por siglos descargaron flechas sobre los mortífagos, y obligaron a los magos a refugiarse dentro del castillo.

Draco vio a su familia buscarlo con desesperación, pero ignoró a la madre y el padre que lo había arrastrado a un mundo de tinieblas. Debía llegar junto a Voldemort, estaba preparado para morir. Draco Malfoy no era rival para el genio que había impuesto una era al mundo mágico. Vio a su tía, a la Comadreja y a Granger, pero Potter permanecía desaparecido. El héroe desaparecía en el último minuto para dejar que su "enemigo" del colegio se enfrentara a su verdadero enemigo, ¿Qué dirían los libros de historia? ¿Draco Malfoy, muerto por pelearse con su Señor el derecho de matar al Elegido?

Los hechizos perdidos en el Gran Comedor golpeaban sin distinción, los últimos suspiros de muchos se convirtieron en maldiciones. Draco esquivaba todo, quería mantener su promesa: La promesa que le había arrancado su "enemigo" en la enfermería; así que solo avanzaba hacia su Señor. Pensaba en las últimas palabras de Potter, ¿Habrían sido para su novia? ¿Para sus amigos? ¿O para el enemigo que había heredado su misión?, Bellatrix estaba gritando. Los profesores que trataban de detener al Señor Tenebroso había sido derrotados. Y Draco había llegado frente a su Señor.

—¿El pequeño Malfoy?

—¡Avada Kedavra!—No importaba que hechizo fuera. Sólo quería fingir que podía hacer algo contra él, quería regresar la vergüenza y la angustia.—¡Crucio! ¡Crucio! ¡Avada Ke...!—alguien tiró de su túnica antes de que el hechizo de Voldemort lo golpeara. Y Harry Potter apareció junto a Draco Malfoy, definitivamente no tenía el aspecto de alguien muerto.

La pelea comenzó. Uno gritaba los ideales de Albus Dumbledore, y el otro gritaba sobre sus propias ideas. Los hechizos a su alrededor habían desaparecido, era una batalla de uno contra uno. Y Draco sólo podía verlos: su compañero de clase, inusualmente perdido en el mundo de la magia, y el mago oscuro más poderoso.

Harry Potter debió vencer esa batalla, el hechizo de Voldemort debería haber rebotado y el resto de los magos en el castillo deberían haberse salvado. Pero las cosas no fueron como debían, y antes de que Lord Voldemort muriese el castillo de Hogwarts comenzó a colapsar a su alrededor. Nadie puede aparecerse dentro de los muros de Hogwarts. Los muros cayeron y aplastaron a los magos sin distinguir el bando en el que pelearon.

¿La razón? No la sé, tal vez fue que el castillo estaba demasiado dañado, o tal vez uno de los magos pensó que lo mejor era morir bajo los cimientos de su escuela. Tal vez, fue sólo el castillo tratando de defenderse.

Draco Malfoy gritó el hechizo que acabó con el Señor Tenebroso, y pensaba que sería el último hechizo que haría antes de morir. Jamás pensó que el Elegido levantaría un escudo sobre los dos, salvando la vida que había estado a punto de arrebatar en sexto curso. Hubo gritos, sangre... y angustia. Dicen que el infierno es un lugar cubierto de llamas, pero Harry pudo ver el infierno ésa misma noche: sus amigos, compañeros y maestros corriendo para evitar la muerte. Y él no podía hacer algo, si su barrera fallaba, las piedras los aplastarían antes de que pudiera avanzar.

—Protego— susurró Draco a su lado— Pensé que había muerto.

Harry negó con la cabeza. No podía hablar, su voz se había atascado en su garganta. Sus ojos parpadearon varias veces, tratando de contener las lágrimas y las pesadillas. Esperaba que fueran pesadillas, porque las pesadillas desaparecen cuando despiertas, aún si son tan reales y te hacen abrazar tu propio cuerpo en busca de consuelo.

—Cumpliste con la promesa.

—Mi palabra aún vale algo, Potter. Pensé que serías tú el que lo mataría al final.

—No podía matarlo con el mismo hechizo que me arrebató a mi familia.

—Eres demasiado débil, Potter.

—Lo sé.— las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Harry. Intentó hablar más, también intentó escapar del hechizo protector para tratar de salvar a sus amigos. Draco evitó que lo hiciera, una y otra vez jaló del brazo de su enemigo cuando intentaba cruzar el hechizo; pero no intentó silenciar sus gritos. Draco sabía que intentar callar los gritos de alguien era inútil, pues permanecen en la garganta agazapados para evitar el exterior.

Dicen que en los momentos de crisis, el ser humano puede hacer cosas que no haría en circunstancias normales. Tal vez es por eso que Harry comenzó a abrazar a Draco, tal vez es la razón por la que Draco no lo apartó. Y el mundo se deshizo alrededor de dos viejos enemigos.


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