Tuve que hacer mi mayor esfuerzo para no titubear. Empecé a buscar en mi memoria una buena respuesta para la pregunta que aún estaba en el aire, esperando ser contestada.

-Es que quise saber sobre el por qué ustedes no pueden entrar a las casas habitadas por humanos sin invitación. ¿Recuerdas que me habías contado acerca de eso, y que las brujas tenían que ver? Bueno, pues la semana después de enterarme de ese asunto, mi curiosidad creció hasta el punto de hacer una pequeña investigación.-

Las palabras salieron solas, como si hubiese sido otra persona la que las había formulado. Me sentí liberada, y le agradecí a mi excelente memoria -casi fotográfica- por recordarme ese detalle sin mayor importancia que habíamos medio hablado durante nuestro encuentro semi romántico en la plaza del pueblo.

-Uhmm... Ya veo.- dijo él, recostándose del espaldar de la silla, mientras torcía ligeramente la boca- Entonces investigaste sobre la magia negra.-

-Si, exactamente. Me enteré que los brujos oscuros usan sangre y cadáveres humanos para hacer maleficios fuertes, como torturas mentales y ese tipo de cosas.-

Cristóbal permaneció inmóvil durante mi pequeña exposición que dejaba saber muy poco sobe la magia. Mientras viviera con Sonia, eso me resultaría suficiente. Suspiré de alivio.

-Entonces, sabes que las brujas existen.-

Mis ojos se abrieron ligeramente por la sorpresa, pero luego recuperé la calma. 

-Claro que lo se. Hasta aparecen por televisión, prestando sus servicios a las personas que desean comunicarse con el más allá, o desean saber su futuro con las cartas.-

-Estás equivocada.- dijo, mordiendo su labio inferior, haciendolo lucir arrebatadoramente atractivo, aunque eso no importaba ahora. Me sentía estúpida, al igual que siempre que trataba sobre esos temas. Suspiré de nuevo, pero esta vez de frustración.

-¿Por qué?- pregunté.

-Los que aparecen en la televisión no son brujos auténticos.- explicó, casi con tono científico- Esas personas son farsantes, personas mezcladas con la magia pero que no poseen ni una gota de ella en sus venas. Solo afirman tener esos poderes para llamar la atención del público idiota. Muy pocos de los que han aparecido afirmando tener esos poderes realmente los poseen.-

'Como casualmente la mujer con la que comparto casa.' pensé.

Me fijé en el reloj de pared ubicado encima de los archivadores,  mostraban las seis y media. Más tarde de lo que podía salir de aquí sin sentirme insegura y temerosa. Aunque me hallaba en compañía de Cristóbal, no podía evitar tener algo de miedo.

-Creo que ya es hora de que vayamos a casa.- dijo él, consultando la hora en el mismo reloj. Se puso de pie, mostrandose más alto de lo que aparentaba ser.

Le imité el movimiento por inercia, y luego de que el saliera, tomé mi bolso y apagué la luz de la oficina, dejandola a oscuras. Cerré la puerta con llave y la metí en mi bolso, y al darme la vuelta, descubrí que Cristóbal estaba cerca de mi, al igual que la última vez.

-No pude seguir resistiendome.- dijo, con una voz susurrante y deliciosa, que me nublaba mis pensamientos. Su aliento resfrescante, aunque jamás lograra definir el olor que desprendía, era exquisito. Estaba encantada por él, aunque no en el sentido vampírico de la palabra.

-Suenas... Como si... Quisieras...- dije, tragando saliva con cada palabra.

-¿Morderte?- susurró en mi oído. Estaba tan cerca de mi, pero no me tocaba. Fue entonces que con su brazo me arrastró hacia él y nos juntamos. Me sentía acosada, pero no me importaba, me gustaba que Cristóbal tuviera esos impulsos salvajes.

Sol Durmiente.Where stories live. Discover now