Capítulo 21.

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-¿Fraternidad? Disculpe Alaysa pero ¿De qué clase de fraternidad habla?- pregunté, totalmente confundida. Eso obviamente era todo menos una fraternidad, si estaba en lo correcto, esa escena más bien parecía una especie de ritual, o una reunión de personas tanto o más excéntricas que Sonia.

-No hay tiempo para explicaciones, mujer.- replicó la mujer alta en un tono algo severo, haciendome retroceder un poco. La 'reina' Alaysa, como la llamaban todas las personas a su alrededor, era realmente alguien intimidante. No solo por su tamaño descomunal, sino por su actitud prepotente y soberbia. 

Mi amiga me sonrió abiertamente, pero difícilmente podía devolverle el gesto. El lugar en dónde me encontraba no se parecía en nada a la pulcra villa de color blanco calcáreo a la que estaba comenzando a acostumbrarme. Los cientos de frutas y plantas de diversos colores y olores llenaban todo lo que era el vestíbulo de la casa, y las velas parecían no agotar su cera, más bien parecían relumbrar más con cada minuto que pasaba. 

El calor que habñia era asfixiante, como si hubiese entrado a una dimensión desconocida en la que la temperatura del exterior era totalmente independiente a la del interior de la casa. En ses momento deseé con todas mis fuerzas que Cristóbal estuviese aquí, tratando de explicarme qué demonios estaba sucediendo con Sonia, Alaysa y las otras personas que se encontraban.

La mujer alta posó su enorme mano sobre el hombro de la Rubia, quién subió la mirada hasta su rostro, lleno de una sobriedad solemne. La cara de Alaysa parecía indicar que algo importante estaba por suceder, un acontecimiento que cambiaría todo, y yo lo ignoraba.

-Ha llegado la hora.- dijo de repente, alando la voz, para que las otras personas lograran escucharla- Vamos al patio.-

En seguida, todas las personas entraron como en una especie de trance, pues las que estaban sentadas con sus guitarras enormes y sus tambores se pusieron de pie al mismo tiempo, de manera algo escalofriante. Los que estaban de pie se giraron en dirección al patio también a la vez, dándome la sensación de que algo extraño estaba por pasar. Cómo si no fuese suficiente la cantidad de cosas extrañas que había vivido en tan solo tres días.

-Sonia, ¿En qué te metiste?- le pregunté a mi amiga, quién había cerrado los ojos nuevamente y se dirigía sin ver hacia el patio. Caminaba con una especie de baile extraño, confundiendome aún más. 

No quise preguntarle de nuevo a la tal Alaysa, por temor a que me reprendiera otra vez, o peor, que me sacara a la fuerza de la casa. Luego de que la enorme mujer fue al patio, decidí seguirla. Quería saber qué era lo que estaba pasando, y a qué se refería con 'iniciación a la Fraternidad'.

El patio de la casa de Sonia, era un lugar bastante grande, con una vista de la montaña que te dejaba sin aliento. Era precioso, y los cientos de velas que estaban puestas sobre cosas similares a taburetes de distintos tamaños le daban un aspecto mágico.

Magia. La idea pasó por mi cabeza como una estrella fugaz. ¿Acaso era posible? ¿Sonia me había dicho la verdad acerca de los orígenes de su familia? Todas estas personas eran tan extrañas como Sonia, y tenían la misma mirada radiante que lograba ponerte de buen humor; bueno, todos menos la 'reina' Alaysa, que en ese momento tenía en sus manos algo parecido a un saco, de color tan oscuro como el cielo particularmente despejado que hacía en el pueblo. Las estrellas iluminaban el patio de la casa de manera armoniosa.

-Hermana, acércate.- dijo la mujer alta, haciendo con la mano un gesto para que Sonia se acercara. Yo estaba en el umbral de la puerta, esperando que algún momento alguien dijera algo que me indicara si lo que había pensado era lo correcto.

La rubia se acercó lenta pero grácilmente hacia conde estaba Alaysa, quien la abrazó amistosamente y le besó la mejilla, como dandole la bienvenida a algo. A su Fraternidad extraña. 

Sol Durmiente.Where stories live. Discover now