Capitulo 1: Malas noticias

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Cuando el ruido del despertador se hizo presente en toda la habitación solté un fuerte grito de frustración. ¿Quién no lo haría? Era lunes, 7am, pero lo más importante de todo era que eran vacaciones. Estaba despierta un lunes a las 7am en un maldito día de vacaciones.

Sin querer escuchar el ruido molesto tape mi cabeza con la almohada e intenté seguir durmiendo pero mis intentos por ignorar el sonido fueron en vano ya que no paraba y cada vez sonaba más fuerte. Estire mi mano para apagarlo pero no llegaba por lo que me estire y estire hasta que me caí de cara al piso.

- ¡Mierda! - Mientras me desenredaba de las sabanas apague la alarma que ya había arruinado mi día.

Todavía no entiendo porque me quejo tanto para levantarme cuando soy yo la que programo la alarma para despertarme, pero en las noches todo parece tan sencillo... despertarse temprano no parece horrible y mucho menos cuando es para hacer deportes pero después ¡Bam! La realidad... llega la hora en la que la alarma suena y odio al mundo.

Después de bañarme, cambiarme y obviamente no peinarme baje las escaleras para ir a desayunar algo. Mis padres no se encontraban en casa, como de costumbre, por lo que tome mis cosas para irme.

Ya caminando prendí el celular para mandarle un mensaje a mi mejor amigo.

"En 20 estoy en tu casa"

A los pocos segundos recibí su respuesta:

"¿20? Mueve rápido ese culo holgazán, tendrías que haber llegado hace 15"

Revolee los ojos y guarde el celular, no era mi culpa que la cama me amase tanto a tal punto de no querer dejarme ir.

Al salir de la estación de subtes moví mis piernas un poco más rápido ya que de verdad estaba llegando tarde y Nate odiaba la impuntualidad. Mi mejor amigo era de esas personas siempre correctas y perfectas que no encuentras en ningún lado. Venia de una familia de mucho dinero por lo que sus modales eran impecables y era todo un caballero... delante de su familia, conmigo era simplemente él, un chico de 17 años común y corriente.

- ¡18! – Grite con emoción cuando el ascensor se abrió. Mi amigo se encontraba del otro lado de este con una cara seria pero al verme gritar comenzó a reírse y yo salte a sus brazos para abrasarlo. Hacía mucho tiempo que no lo veía. En las vacaciones se había ido con su familia a no sé dónde y había llegado recién ayer. – Te extrañe mucho intento de simio.

- ¿A quién le llamas intento de simio, pequeño monstruo? - Dijo devolviéndome el abrazo.

- Dime por favor que tienes comida, podría comerme una ballena del hambre que tengo. – Con él a mis espaldas comencé a caminar hacia su cocina en busca de algo para comer. Me parecía raro que no estuviese la mujer que trabajaba allí o como yo le decía "Su nana", ella siempre estaba allí para Nathaniel ya que sus padres vivían viajando por trabajo por lo que él la mayoría del tiempo se encontraba solo.

- Claro, adelante, no hay problema en que revises mi heladera.

- Necesito algo de energía antes de entrenar, por cierto ¿puedes mandarle un mensaje a las chicas para vernos en el parque? Tengo unas terribles noticias para dar.

Al no recibir una respuesta me di la vuelta y comencé a buscar cosas para prepararnos unos ricos waffles antes de salir a correr.

- Sophie... - Para ver lo que mi molesto mejor amigo quería volví a voltearme pero esta vez al hacerlo él con su horrible dedo lleno mi cara de crema. Su risa retumbaba por todo el lugar mientras que mi cara comenzaba a arder de la furia.

- Corre por tu vida, Collingwood – Este aun riendo comenzó a correr mientras yo lo seguía dando pasos iguales a los de los toros enfurecidos. Corríamos y corríamos por todo el pent-house pero en un momento un almohadón desgraciado se quiso reír de mi y se tiro en mi camino haciéndome caer de cara al piso, por segunda vez.

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