Nueve - No llames ni pidas perdón

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 El sitio Web para el libro de Blas ya había sido terminado, quería contarle porque realmente estaba muy entusiasmada pero no había recibido noticias suyas desde aquella noche, luego recordé que iba a estar de viaje por tres días. Después de intentar almorzar le envié un mail a su asistente comentándole que el sitio estaba casi listo y necesitaba la aprobación de Blas para seguir adelante. A las pocas horas Rene me llamó por el intercomunicador para avisarme que la asistente de Blas estaba esperándome.

Tenía aspecto de tener unos quince años, aunque sabía que era bastante mayor de lo que aparentaba, pues Blas me había hablado bastante de ella; era de contextura pequeña, no más de un metro cincuenta de altura, pelo dorado, ojos marrones y con rostro de nena, pero cuando entró a mi oficina podía notarse a la legua que era una de esas personas que se adueñaba del lugar en donde entraba y que tenía a todo el mundo guardado en sus bolsillos.

Nos sentamos a explorar el sitio que casi estaba terminado, quedó maravillada y yo solo podía pensar en cuan idiota fui al hablarle así a Blas, él solo había hablado sin pensar como solía hacerlo yo, tendría que haberlo comprendido y no echarlo a patadas de mi casa. Me sentía tan mal anímicamente. Nicole estaba hablando por teléfono cuando aterricé a la tierra después de divagar en mi nube de pensamientos; pude notar sus ojos iluminarse mientras escuchaba y una sonrisa tímida en sus labios, estaba hablando con Blas y de vez en cuando me tiraba una mirada asesina; estaba al tanto de todo, lo sabía y yo deseé tanto en ese momento tener algún superpoder para salir volando, volverme invisible o una súper velocidad para desaparecer sin ser vista.

¿Dónde estaba la capa de invisibilidad cuando se la necesitaba?

— Sí, preguntó por ti – dijo una vez que cortó leyendo la pregunta en mi mirada – Está bastante cabreado y dolido todavía, yo lo estaría si estuviera en su lugar.

— ¿No tienes amigos hombres verdad? – espeté.

— La amistad entre el hombre y la mujer no existe – dictaminó – siempre hay uno de los dos que quiere tener algo más.

— Este no es el caso, somos solo amigos. Estoy cansada de explicarle a todo el mundo que mi relación con Noel es solo una amistad y si Blas no puede entenderme creo que no podremos estar juntos en ningún nivel. Él es parte de mi vida y siempre lo será.

— Sé lo difícil que es para él que la mujer con la quiere estar se desvive por otro hombre que no es él mismo, es duro, lo he escuchado desde la noche que te conoció. Blas puede hablar tanto como una mujer y eso me agrada de él. Es un hombre demasiado especial, nunca he visto a nadie que entregue tanto, no me deja trabajar si apenas tengo una línea de fiebre o si tengo mi período, me entiende. Es una excelente persona y perdóname por la indiscreción pero creo que estás desaprovechando una gran oportunidad para estar al lado de un verdadero caballero por mantener una amistad con otro que va de mujer en mujer. ¿En qué te beneficia, en tener solo un hombro para llorar? Blas puede darte eso y mucho más. Mira, me está costando convencerlo, pero sé que te quiere, nunca lo vi tan mal por una mujer, deberías darle una oportunidad cuando regrese. – bajé la mirada porque sabía que en cierta forma tenía razón.

Esa noche Noel no apareció por casa, me envió un mensaje diciendo que estaba demasiado cansado para manejar, tampoco apareció al otro día ni al otro; estaba borrándose del mapa, situación que me dolía más de lo que hubiese imaginado. Pero sabía por qué lo hacía, para darme mi lugar, para volver a enamorarme sin que él interfiera aunque siempre amé su manera de decirme las cosas sin pelos en la lengua a pesar que luego le recriminaba cuando lo hacía. Estaba haciéndose a un lado solo para que yo sea feliz, pero sin él casi todas las noches a mi lado eran lo más tristes y solitarias que jamás creí experimentar.

Incandescente - Parte de mí {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora