Taller

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Capítulo 8 

Taller 

Último día de la semana, y me siento orgullosa de poder decir que sobreviví aunque como todo, tuve mis altas y mis bajas pero al menos una cosa me quedo bien claro: Adam quedo superado.

Las clases transcurren con normalidad, hasta la clase de derecho pasa sin tener irregularidades de cualquier tipo. Lo mejor de los viernes es que nos tocará taller las últimas dos horas o como solemos llamarlo Clara y yo: horas libres. Solo hay un diminuto problema con estas horas y es que no estamos en el mismo taller –ella escogió coordinación de eventos y yo escogí escritura creativa – aún cuando estamos en diferentes talleres sabemos que contar con un tiempo para nosotras es perfecto porque así no nos aburriremos de estar juntas. Por lo general los maestros de las clases oficiales son quienes imparten los talleres a excepción de los talleres que necesitan a algún profesional como el taller de música.

Antes de dirigirnos a nuestros respectivos talleres solemos ir a la cafetería por antojitos y así poder engordar juntas.

-¿Hoy si vamos a salir o no? – pregunto Clara.

-No creo, quiero pasar un rato en casa viendo la tele. Puedes acompañarme si quieres.

-Depende, ¿va haber palomitas?

-Sabes que nunca faltan.

-Ok, le diré a mamá que me quedare a dormir en tu casa.

-Oye yo nunca dije que...

-Gracias, muero por nuestra pijamada - se despidió con la mano mientras salía de la cafetería.

Bueno creo que ya se auto-invito a dormir, pero no me molesta, me la paso genial con ella. Tomo las cosas que acabo de comprar y me dirijo a mi taller... llego justo a tiempo pero al parecer el profesor aún no ha llegado porque mis compañeros siguen fuera del salón platicando. Como no les hablo mucho opto por entrar al aula y probar mis deliciosas papas antes de que llegue la profesora aunque ella suele ser flexible en cuanto a las reglas de la escuela. Cuando veo que todos mis compañeros empiezan a entrar me pongo muy feliz, la verdad es que este taller me relaja bastante logra hacer que todo lo malo desaparezca y puedo soñar que tengo mi vida en las manos, pero ese sentimiento se desvanece tan rápido como llegó porque justo cuando entro el último alumno, entro Adam con una taza de café y platicando con una chica...no, no es una chica es una maestra de otra sección aunque no la logro identificar muy bien.

Pasa y acomoda sus cosas en el escritorio no ha dirigido la mirada a la clase, para ser sincera parece nervioso y la verdad tiene derecho a estarlo puesto que esta no es su especialidad a menos que entre sus curiosidades tenga un diploma o un curso de escritura creativa, lo que dudo mucho.

-Hola chicos... - dice mientras toma unas hojas de su portafolio- yo voy a ser su maestro en este taller -. Justo cuando dice eso levanta la mirada y parece contrariado.

Mientras decía cosas sobre la clase, yo no paraba de evaluar mi opciones para salir de este lugar, bueno más bien de la clase y pedir un cambio de taller o un de profesor, lo que fuera más rápido y fácil. Nos repartió unas hojas y mientras explicaba su contenido yo seguía debatiendo sobre lo que debía hacer pero a la única conclusión que llegaba una y otra vez era que Dios en verdad tenía un gran sentido del humor cuando se trataba de mí.

Los minutos pasaban y él no me observa ni un instante...aunque eso tal vez se deba a que esta en las filas de atrás, se podría decir que en medio del salón y para poder mirarme tendría que girar completamente (bendito lugar que elegí), solo faltan 15 minutos para salir y cuando creo que saldré bien librada:

-Para la próxima clase quiero que traigan un escrito sobre por qué les gusta escribir, mínimo dos hojas. Eso es todo por hoy, pueden salir y buen fin de semana, que descansen.

Tomo mis cosas y soy la primera en salir, ni siquiera lo miro. Mientras espero a Clara en la entrada de la escuela miro fijamente la oficina del coordinador de talleres y pienso en ir cambiarme pero inmediatamente lo descarto puesto que amo escribir...y además soy buena en eso, ni hablar no lo hare, yo llegue primero así que él es quien tiene que irse.

-Los odio, son todos unos bebés, estoy acabada... -Clara llega muy molesta.

-¿A quién hay que linchar?

-A los inútiles de mi taller... -dejo de poner atención a su plática...y en ese momento me di cuenta...me gusta mi profesor de derecho - ... ¿Me pusiste atención, porque sonríes de ese modo?

-Si hay que matar a los nuevos, ¿En que están pensando? – conteste mientras salíamos de la escuela.

Cuando llegamos a casa lo primero que pedimos es pizza, y en lo que llega vamos a la tienda y nos armamos de una buena dotación de dulces (palomitas, refresco, chocolates, galletas) creo que el señor de la tienda ha sacado lo de sus vacaciones con lo que acabamos de comprar. Al regresar, nos cambiamos y fuimos al cuarto, sonó el timbre y baje a abrir la puerta de seguro es la pizza...lo cual acerté, lleve nuestro tesoro a la habitación y cuando regrese Clara ya se había adueñado de la televisión y por consiguiente de Netflix.

-¿Y mi opinión no cuenta? –pregunte dolida.

-Mmmm...en este caso no, soy la invitada así que tengo privilegios...tu madre lo dice.

-Sí, pero eres prácticamente mi hermana así que gozas de los mismos beneficios que yo.

-Tú no tienes beneficios...

-Pues en ese caso tú tampoco.

-Pues hoy hermana de otra madre gozaremos con los beneficios de ser unas doctoras muy inteligentes que salen con doctores muy apuestos. Y eso lo haremos hasta el día de mañana o en su defecto hasta que las temporadas se acaben.

-Dejame adivinar, Grey's anatomy.

-Bruja.

El resto de la tarde transcurrió y lo único que hicimos fue comer y suspirar, suspirar y comer y algunos comentarios sobre lo cool que sería nuestra vida si estudiáramos medicina y nos mudáramos a ese hospital o por lo menos a la ciudad. Cuando nos dimos cuenta ya era demasiado tarde y el sueño nos estaba matando por lo que apagamos todo y nos fuimos a dormir. Pero al cerrar los ojos lo único de lo que era capaz de visualizar eran esos precioso ojos verdes, mañana seria otro día, y mi corazón se estruja porque sabe que no los vera por un par de días.


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