Capítulo 6: Cosas perdidas

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Segundos después, se escuchó un golpe seco, el quejido de Sawyer y entonces, la clara voz de Chase Carter cabreado.

—Dime que le has roto un hueso a ese tipo, Dylan Paige Carter, por lo menos dime que lo hiciste para estar tranquilo.

—No, no lo hice —resoplé, encogiéndome en mi asiento.

—¡¿Por qué carajo no le hiciste nada?! ¡Me colgó la puta llamada! ¡¿Quién es ese imbécil?! ¡Dímelo ahora mismo o tomaré el siguiente vuelo a Columbus y le desfiguraré la maldita cara! —bramó mi hermano, colérico—. Sawyer me ha dicho que el chico te ha estado molestando desde ayer y si te ha puesto un dedo encima, Dylan, juro por Dios...

—Chase, tranquilízate —lo interrumpí—. No lo ha hecho y dudo que lo vaya a dejar que lo haga, ahora cálmate, no quiero que mi hermano muera de un infarto a corta edad.

Chase hizo unas cuantas respiraciones hondas antes de continuar.

—Confío en tu determinación. Quiero, no, eso no; necesito que los dejes sin pelotas y me envíes la prueba, ¿de acuerdo?

Tapé mi boca para reprimir una carcajada. Mi hermano a veces rozaba lo espeluznante.

—No, mejor no me envíes la prueba —se corrigió rápidamente—, pero sí hazle saber que nadie se mete con los Carter. ¡Un chico nuevo no puede simplemente llegar y pretender molestarte sin tener consecuencias! Hermanis, ¡sin piedad, ¿me escuchas?!

—Oh, por Dios, te escucho —me reí de la determinación en su voz.

Sonreí aún más al ver a Matthew entrar a Mikey's. Ah, amaba a mis amigos, ¿ya se los había dicho antes? Ni siquiera eran conscientes del poder que tenían de hacerme sentir mejor.

—Sí, sí, tío, ya entendió tu metáfora del corte de pelotas —terció Sawyer en el fondo—. Devuélveme mi teléfono, ¿es que no tienes un examen para el que estudiar?

—No me lo recuerdes —le dijo mi hermano con fastidio—. Bien, hablaremos luego. Recuerda, ¡sin piedad!

—Sin piedad —lo cité con humor.

—Y Dylan. —Bajó un poco la voz—. Te he extrañado.

Lo dijo con tanta rapidez que apenas lo entendí.

—Yo también te he extrañado —respondí, sintiendo esa punzada conocida en mi pecho.

—Sí, bueno, como sea, adiós —se despidió entonces.

—¡Oye, espera, no vayas a...! —La voz de Sawyer se cortó cuando mi hermano colgó la llamada.

Arrugué la nariz mientras observaba el vaso de mi malteada. De repente tenía el estómago demasiado revuelto como para comer.

—Vine en cuanto pude —habló Matthew, tomando asiento del otro lado de la cabina—. ¿Qué fue lo que pasó ahora?

No, olviden eso último, el hambre regresó, así como el recuerdo de Hunter estampándome contra los casilleros y diciendo todas esas cosas de acosador psicópata. Le conté a Matt lo que había pasado en detención, y lo de luego de detención. Me reprochó cuando le dije que le había prometido a Chase una buena venganza y dictó su discurso de «te vas a meter en problemas grandes por su culpa». No obstante, no tardó en rendirse conmigo, dándose cuenta de la clase de amiga que tenía.

—No me gusta eso de que esté preguntando por ti, ¿no puedes ir simplemente con Patch y pedirle que controle a su... lo que sea que él sea? —me pidió él—. Te evitarías bastantes problemas.

—¿Me ves cara de Becka? —le pregunté enarcando una ceja—. No soy ninguna soplona o alguna cobarde de mierda. Eso sería demostrar miedo y ese imbécil no me asusta.

The Senior Year (Secuela de She is one of the boys) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora