You've a cold heart

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La sheriff intentó encontrar otro modo de salir de allí, pero la magia era cosa de Regina, siempre lo había sido. Por no mencionar que no podía apartarse de la morena más de dos metros.

Estaba anocheciendo. Empezó a sentir el frío calarse en su piel, bajo el jersey blanco de parte delantera rajada que casi parecía más una chaqueta sin botones. Pero no osaría quitarle la chaqueta de cuero a Regina, que aún reposaba su cabeza sobre ella.
Finalmente se dio por vencida en dar vueltas en círculos para observar las mismas paredes, los mismos espejos... Volvió a sentarse junto a su amiga, sacándose la petaca de agua del bolsillo y despertandola con una leve caricia en la mejilla. La alcaldesa reaccionó con un escalofrío y aceptó separar sus labios para que la rubia vertiera algo de agua en ellos.

-Aquí...- Pidió Emma cambiando la chaqueta doblada por su pierna. -Estarás mejor...-

Inconscientemente, la morena apoyó su cabeza sobre el muslo de la mujer y volvió a estremecerse. Y es que hacía bastante frío, por eso la rubia se abrazó a su chaqueta con tanta ansia.

Emma pasó su mano por la frente de su amiga, sintiendo lo fría que estaba su piel. Acarició su pelo hasta que dejó de sentirla temblar e imaginó que se habría quedado finalmente dormida. Dejó la mano sobre su cabeza como si eso fuera a servirle de algo; como si, de alguna manera, eso fuera a mantenerla cálida y segura.

Pero al cabo de unos minutos, se levantó el viento. Se dio cuenta de que no podían quedarse ahí o se morirían de frío. Aún quedaba toda la noche por delante.

-Emma...- La morena llevaba ya un rato murmurando su nombre, pero esta vez alzó un poco más la voz.

-Vamos, hay que ponerse al otro lado...- Se le ocurrió que la piedra podría frenarles el viento, pero todavía no tenía claro como dar la vuelta con su amiga en ese estado.

Se apartó cuidadosamente, evitando que la alcaldesa se golpease la cabeza contra el suelo. Esta todavía no tenía fuerzas para abrir los ojos.

-Vamos, Regina...- Se agachó hasta ella y le coló los brazos por debajo de los hombros a modo de abrazo. Sintió el débil roce de los brazos de la morena sobre su espalda, como si estuviera intentando agarrarse a ella.

La llevó hasta la parte de detrás del pedrusco, pero esta vez no cometió el error de soltarla.
La sheriff se sentó con la espalda pegada a la piedra y dejó que la alcaldesa se tumbara sobre ella, descansando esa cabeza que tantas vueltas le daba sobre su pecho.

Regina volvió a encogerse levemente al sentir otro escalofrío, y la rubia se quitó su chaqueta roja con cuidado y se la puso por encima a su amiga.

-Así mejor...- Murmuró apoyando la barbilla sobre el pelo moreno a la vez que pasaba su mano por la espalda de su compañera para calentarla. -Ya verás como dentro de poco te sientes mejor...-

Regina frunció el ceño sin fuerzas, sintiendo el latido del corazón de la Salvadora bajo su mano y el calor que este irradiaba sobre su mejilla.

-Venga, háblame un poco.- Temió que algo malo le pasara si no entraba en calor rápido. -Cuéntame algo, lo que sea...-

-Tienes que dejarme aquí...- Tembló del frío.

-De ninguna de las maneras.- Negó. -Si yo salgo, tú sales.-

La morena suspiró sin fuerzas. -A mí no me necesitan...-

-¿Pero qué dices? Henry te necesita.-

-Henry tiene otra madre...Emma...- Murmuró.

-¿Qué?- La rubia se dio cuenta entonces, de que Regina no podía reconocerla en su estado. Debía de verla como una especie de ángel de la guarda. -Emma también te necesita... Mucha gente lo hace...-

-Yo sólo... Me necesitaba...me necesitaba y le fallé...- Tiritó.

-No le fallaste, Regina.- Se refirió a Robin. -No pudiste hacer nada...-

-Claro que si...- Emitió un leve sollozo. -Un malvado destruyó su alma... No fui suficiente...-

Emma sujetó la nuca de la mujer en un burdo intento por consolarla. -Claro que lo fuiste, cariño...- Susurró a su oreja. -Siempre lo fuiste...-

La alcaldesa sollozó congelada. -Dejé que se fuera...-

Dejó que llorara sin fuerzas sobre su pecho, sin saber muy bien como consolarla. ¿Qué haría ella si perdiera a alguien querido? Probablemente dejaría de respirar, como en el momento en que vio a Regina tirada en el suelo y la sangre...

-Vi como se consumía ante mis ojos...- Su apagado llantó empezó a quedarse sin fuerzas. -Dile que lo siento, por favor...dile que daría lo que fuera por haber estado a su lado...-

-Regina...- Intentó retener las lágrimas. -No puedo... No soy ningún ángel, no puedo darle tu mensaje a Robin...-

-¿Robin?- Tembló frunciendo el ceño. -No, Emma...-

-...-

-Él era bueno, pero no podía quererlo como a ella...- Tiritó de nuevo. -Emma quería salvarme, pero era yo quién debía salvarla a ella...-

-¿De qué?-

-Del hombre malo...- Empezó a perder el conocimiento tras el esfuerzo realizado.

-¿Qué hombre malo?-

Regina empezó a quedarse sin fuerzas y no pudo más que murmurar débilmente: -Tienes que salvarla por mí...-

-¿Regina?- Intentó mantenerla despierta, pero fracasó. -Sigue, por favor...¿qué quieres que le diga a Emma? ¿Regina?-

Obviamente, la alcaldesa no respondió a ninguna de sus preguntas. Cayó rendida al quedarse sin fuerzas. Pero Emma aún la sentía respirar sobre su pecho, de algún modo más cerca que antes.

Se preguntaba si su doble malvado también estaría murmurando cosas sin sentido en alguna cama de hospital, si sus padres escucharian dichas estupideces...

Todas esas cosas que había dicho su amiga...estaba intrigada. ¿Era realmente posible que se hubiera consumido en estos años? Si bien era cierto que ya no era la misma que antes, ¿podría Regina haber sido la única en darse cuenta de que algo iba mal? ¿Incluso antes que ella misma? No, la razón le decía que no.
¿Y eso de que no podía querer a Robin como la queria a ella? ¿A qué se referia?

-Tengo frío...- Tembló al cabo de unas horas.

-Pronto volveremos a casa, ya lo verás...- Mantuvo su mano sobre la cabeza de la mujer, para apretarla contra su pecho y consolarse así a ambas. -Te prometo que te sacaré de aquí, Regina. Y te prepararé uno de mis chocolates calientes...-

-¿Emma?- Pronunció sin fuerzas. -¿Qué haces aquí..?-

-Estamos tras el cristal de tu espejo, Regina...- Explicó vagamente. -Te golpeaste la cabeza, ¿recuerdas?-

-Lo siento mucho, Emma...- Entendió. -Siento haberte arrastrado conmigo...-

-No me arrastraste, te lanzaste a salvarme...-

-¿Ah si?- La alcaldesa se vio a si misma sobre su amiga, imaginando que se quedaría dormida sobre ella. No entendía muy bien lo que estaba pasando, pero le dolía cantidad la cabeza. Emma decía que era porque se había golpeado, de modo que imaginó que ella habría tenido que atenderla mientras estaba inconsciente.

-Gracias por tu ayuda, Swan...- Suspiró de forma casi inintendible. -No sé qué haría sin ti...-

Las palabras salían de su boca tal cual pasaban por su mente. Y luego se sentía estúpida, claro está, pero ya no había marcha atrás.

-Nunca tendrás que averiguarlo... Tú habrías hecho lo mismo...-








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