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Londres, 1815

La ventana de mi habitación permanecía húmeda tras una noche de lluvia, el jardín trasero estaba tan verde y esplendoroso, eso me recordaba a mi hogar en Surrey a lo hermosa que era mi vida en aquel campo rodeado de árboles y flores. Extrañaba tantas cosas, incluso a mi necio padre.

-Lady Savannah, buenos días. ¿Por qué está en pie tan temprano? - la doncella me miró desde la puerta con una cubeta en sus manos que humeaba - le he traído el agua para su baño, con rosas como le gusta - aquello logro animarme sin duda.

- Ya te he dicho que puedes llamarme Savannah, a secas. Amber, al menos a solas, detesto tanta formalidad - le digo a mi doncella poniéndome de pie y deshaciéndome de mi camisón.

- A su tía, Lady Remington, no le hace mucha gracia que el personal se tome esos atrevimientos para con usted milady, ya sabe lo que paso con el mozo de cuadras por llamarla por su nombre – asiento en respuesta, porque por más que lo intente. No pude evitar que aquel pobre hombre fuera despedido - nosotros sabemos que no es su culpa milady. Así que no se preocupe, el joven Aarón está bien, su tía solo lo ha echado por descarado, es así como ella lo ha llamado. - Me sumerjo en la bañera de agua tibia, y el olor a rosas me transporta lejos, a unos campos hermosos llenos de magnificas flores. Olvidando por un momento donde estoy, y por qué estoy aquí. Encontrar un esposo.

- ¿Que peinado quiere hoy milady? - yo finjo pensarlo pero ya sé que ella tiene algo en mente - si me permite una opinión. Una trenza francesa quedaría bien y haría resaltar esos ojos suyos.

­-Está bien Amber, me gusta esa idea. Además, mi tía se escandalizaría al verme con el cabello desatado de nuevo. – Ella se toma unos minutos más en los últimos retoques y sonríe ante su trabajo. Me observo en el espejo de cuerpo completo, mi piel pálida y mis ojos tan azules que aquel vestido que llevaba los hacia brillar, era un azul claro maravilloso con detalles en blanco que lo convertían en un vestido delicado y hermoso. Mi cabello rubio con unos mechones más oscuros recogido en una trenza perfecta. No estaba en desacuerdo con mi apariencia física, pero verme me hacía recordar a mi madre, y escocia un poco. Porque ella había muerto, la había perdido. Y junto con ella a mi padre, porque algo en él había muerto el día que ella falleció.

-Esta hermosa, como siempre lady Savannah - yo solo sonrió y siento a mis traicioneras mejillas sonrojarse - Cualquiera diría que una señorita de alta cuna como usted estaría familiarizada con los cumplidos milady, pero usted es la excepción de la regla.

Cuando estoy a punto de contestar un ligero golpe suena en la puerta de mi habitación y por ella entra una resplandeciente mujer en sus 40 años ataviada de un vestido marrón sobrio que no le quita la menor belleza a su portadora.

-Savannah, querida estás hermosísima en ese color, felicitaciones Amber has hecho un magnífico trabajo. Como siempre - mi doncella sonríe haciendo una pequeña reverencia y desapareciendo con sigilo por la puerta.

- Gracias tía Hannah, la verdad es que he tenido mucha suerte, Amber siempre sabe qué es lo correcto para usar, y gracias por esos nuevos vestidos todos son muy hermosos - ella sonríe con cariño y se acerca a mí y nos pone a ambas frente al espejo.

Era hermosa con unas pocas arrugas surcando su pálido rostro y su cabello castaño claro recogido elegantemente y sus ojos avellanas que se llenan de lágrimas. Sabía que me veía como esa hija que nunca pudo tener.

-Eres igual a tu madre Savannah, tan hermosa como lo fue ella, tan fina y delicada mi niña - yo sonrió con nostalgia al recordar a esa mujer maravillosa que se marchó antes de tiempo - Eres su vivo retrato y me alegro que estés aquí querida, sé que esto a ti no te gusta ni un poco, pero ella amaba los bailes... era mi mejor amiga, mereces ser feliz y yo le debo eso a ella, se lo prometí - hablar de mi madre siempre logra maltratar más mi corazón.

Hermosa Condena (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora