Te amo bella/41

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Miércoles

Narrador en tercera persona

—Eres agridulce y celestial —cantó el rubio.

—Me enrredaste como un espiral —le siguió la pequeña.

—En el suelo junto aquél sofá.

—No sentíamos el tiempo pasar.

—Dibuje sonrisas en tu piel.

—Cien palabras y...¿que? —el rubio se rió.

—Mil palabras y me enamoré.

—Ah...

—Ya casi te la aprendes toda.

—Sí, ¿crees que me la aprenda antes de que den las siete? —el ojiazul no podía dejar de sonreír.

—Sí, sólo si prácticas

—Bien, ¿a que hora llega mi tía? —el rubio miro su reloj.

—Uhmm no tarda.

—Eres mucho mas valiente que yo-o y...tan ¿débil?

—Frágil, y tan frágil como un caracol, bella una princesa esa eres tú, esa eres tu, esa eres tú, bella mi niña bella tan solo tú, tan solo tú, tan solo tú —el rubio acariciaba sus mejillas.

Male deseaba muchas cosas en esos momentos, deseaba que su madre estuviese ahí, y deseaba que el rubio fuera su padre, también deseaba no estar en ese hospital, ella odia los hospitales.

Ella había perdido tantas cosas en un hospital y ahora había perdido su cabello.

Las horas pasaban y Alonso no se despegó ni un segundo de ella, sólo la miraba, Alonso observaba lo hermosa que era, aún sin su sedoso cabello, observaba cada detalle de su rostro, sus pecas, su nariz, su cuello, la luz que emanaba de aquellos ojos azules, ella lucía con paz y eso le atraía paz a Villalpando. 

Dieron las 3:00 y Braulio llegó de la escuela, platicaba con ella e intentaba tranquilizarla pues sus manos sudaban, hablaron de el videojuego nuevo y de las diferentes formas que Male usaría para derrotar a Braulio.

El rubio hacia un dibujo para ella.

Las 4:00 y ___ ya estaba presente, ella se sentó a un lado de la pequeña y comenzó a contarle una de las locas historias que tenía en la cabeza, como siempre, la hacía reír.

Los dos niños y el rubio escuchaban atentamente.

Las 5:00 y sus 4 "guardaespaldas" le contaban toda clase de tontería, la hacían reír demasiado, sus carcajadas eran música para los oídos del Alonso.

Jos, Bryan, Freddy y Alan contaban historias de su familia, leyendas, fábulas, mitos y toda clase de relatos que imaginaban incluso llegaron a tener un debate sobre política.

Todos escuchaban atentos, ese momento era... mágico, no existe otra palabra.

Siempre repetían lo mismo:

«Cuando salgas vamos a...»

«Cuando salgas te voy a...»

Y ella estaba feliz, olvidó por un momento la posibilidad de que nunca podría ganarle en los videojuegos a Braulio de nuevo, la posibilidad de nunca conocer a Yaya o a Ashly, a Israel o a Digo y Vanessa, la posibilidad de no volver a ver a su madre o poder salir a correr con su perro, la posibilidad de nunca volver abrazar de nuevo al rubio, de hecho, todos olvidaron esa pequeña posibilidad.

Sin planes →avc. editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora