Capítulo 2// Sunday.

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Hoy debería ser emocionante, pero en realidad tengo esa sensación fría en mi espalda y caliente en mi estómago, es como cuando te enfermas y quieres vomitar, creo que los llaman nervios.

Pero por obvias razones es normal, nadie, por más duro que sea, puede estar tranquilo en su primer día en una nueva escuela o trabajo, excepto los que tienen confianza en sí mismos y realmente es difícil encontrar alguien así en estos tiempos.


El instituto nuevo era tres veces más grande, punto a favor, también me despedí de mi horrible uniforme lo cual debería de ser un punto a favor a menos que haya de esa clase de personas que se burlan de la marca de tus jeans.

Había recibido muchos consejos por parte de mi hermano y el más importante era no preguntar por tu salón el primer día de clases, según él es lo equivalente a saltar desde 17 pisos.

Así que me valió, no suelo tomar los consejos de la gente, eso está muy mal pero, no parecía estarlo cuando terminé de realizar mi cuestionamiento a un par de chicas lindas que me encontré, quisiera decir que se convirtieron en mis mejores amigas de toda la vida pero, esas perras me mandaron a la bodega del conserje, wow, las chicas somos malas.

Por lo que terminé llegando tarde a mi primera clase, típico de mí.

Por suerte la puerta estaba abierta y no había maestro, solo un chico que se veía algo grande sentado en dónde debería estar el profesor o profesora.

Alonso.

Dos, tres, cuatro bostezos y mi cerebro no lograba obtener el oxígeno necesario para mantenerme despierto, por suerte el profesor de literatura es comprensible y nos da unos minutos antes de iniciar su clase.

Escuché unos rápidos pasos en la puerta lo cual no llamó mi atención en lo absoluto, ni siquiera por la voz del profesor diciendo "señorita debe pedir permiso para entrar" Hasta que mis oídos se inundaron de una voz conocida, dulce pero no aguda.

—Oh, yo sólo... ¿Ésto es una especie de broma? Porque si es así, no es necesaria, ya me mandaron con el conserje y pusieron adhesivos en mi mochila, no hay necesidad de que finjas ser el profe... —levante mi cabeza y pude observar claramente su expresión de pánico y sus mejillas rojas— ¿usted es el profesor? —él se cruzó de brazos y elevó una de sus pobladas cejas negras, él es conocido por ser todo un galán entre las chicas del instituto, todas mueren por él y el hecho de que esa chica lo haya confundido con otro alumno seguramente ganará algunas bromas pesadas.

—Jess Deims, para servirte. Escucha, me halaga que pienses que soy digno de portar el nombre de alumno, pero eso no te dará beneficios ni incluye que yo te deje pasar a mi salón sin mi permiso y además tarde, pero puedo hacer una excepción por la evidente razón de que eres nueva —ella mordió su labio inferior y miró incomodamente hacia otro lado, dio unos pasos para quedar fuera del salón y con voz atropellada y queda pidió:

—¿Me permite pasar profesor Deims?

—Bienvenida señorita Miller —ella hizo una expresión de sorpresa e inmediatamente recordé dónde la había conocido.

___.

¿Por qué el profesor sabía mi apellido? Todo debe ser culpa de mi padre, todo es culpa de mi estúpido cerebro que insistió en no hacerle caso a mi hermano.

Es tan extraño no tener un horario de descanso o receso, en mi anterior escuela tenias los horarios bien marcados, pero ahí estaba yo, corriendo por los pasillos del instituto, yo sabía que era lenta pero no imaginé que fuera lo suficientemente lenta como para llegar tarde a todo, comenzaba a darme dolor de cabeza, el mareo empeoró cuando al mirar de frente, me encontré con unos ojitos azules, tristes.

Rápidamente me acerqué a esos familiares ojos oceánicos y saludarlos con un amable gesto: sonreí.

—Hola.

Del piso, sus ojos subieron y se encontraron con una criatura medio rara, yo. Tal vez esa fue la razón del por qué puso sus ojos en blanco.

—¿Que hay niña?

—Soy ___.

—Dijiste que si te decía como llegar a la calle que me pediste dejarías de molestarme, no estas cumpliendo tu parte del trato.

—No te estoy molestando —argumenté confundida.

—Yo diría que sí, ¿que quieres?

—Sólo... saludarte —le dedique otra sonrisa.

—Pues.... hola.

Su voz cortaba más que una espada, por esa razón decidí seguir mi camino molesta pero sobre todo, humillada. Mi mochila resbaló de mi hombro derecho colgando d emi codo, cuando la coloqué de nuevo en su lugar con todas mis fuerzas y enojo, me asusté al escuchar un quejido agudo.

—Sí avientame, ya sabes —una chica pelirroja, al parecer del mismo humor que yo, se encontraba sobándose su brazo por culpa mía

—¡Cuanto lo siento! —eso de pedir perdón cada dos segundos no me está gustando.

—Hey, ¿qué no eres la que confundió a Jess con...

—¡Shhh! —la callé y ella rió.

—Mira, todos se enteraron no hace falta que me calles... o golpees.

—Fue un accidente —dije ya un poco irritada.

—Soy Natalia y tu eres...

—___.

—Pues hola, ¿estas perdida?

—Oh no, no necesito más visitas con el conserje.

—¿Disculpa?

—Nada, mira no lo tomes a mal, pero no es mi mejor día y ya voy tarde a Historia.

—Pues es perfecto porque así no llegarás tarde sola, yo sé manejar estos asuntos, si corremos y parecemos preocupadas, Miss Spencer nos deja pasar —sin preguntarme me tomó de la muñeca y me arrastró hasta el salón.

Cuando las clases terminaron me dio un pequeño tour para que no tuviera la necesidad de pedir ayuda de nuevo y me hizo un interrogatorio a cerca de mi relación con "Villalpando" así llama todos a Alonso, desde luego le aclaré que jamás lo había visto en mi vida, por alguna razón todos creen que él es una especie de ogro mugroso y cualquiera que se le acerque o le hable estará condenado por el resto de su miserable vida, eso me asustó un poco y al mismo tiempo me hizo sentir especial.

Después de todo no me fue tan mal el primer día, hice una amiga. En tu cara padre.





Sin planes →avc. editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora