Un

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¡Dejadme en paz!
Gritas,
pero no cesan sus patadas.

Pasan minutos,
horas,
y se van.

Te quedas en el suelo,
magullada y débil.
Solo queda uno.

Antes de irse susurra:
Lo siento,  Sophie.
Cierras los ojos y se hace la oscuridad.

SophieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora