Capítulo 1: love, love, love.

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Suena la sirena indicando que la clase ha terminado. Por fin es viernes pienso. Guardo los libros en la mochila y me pongo el abrigo. No tarda en aparecer Alice con su melena pelirroja descolocada detrás de mí.

— ¿Qué vas a hacer esta tarde Kat? Me pregunta mientras que enrolla en su cuello su bufanda rosa favorita. Aún me acuerdo cuando se la regalé...

10 años antes…

—Felicidades Alice —Digo tendiéndola un regalo envuelto en papel de princesas. Sé que la encantan las princesas, la conozco muy muy bien. Es mi amiga desde hace tropecientos años. Abre el envoltorio con mucho cuidado, intentando no romperle la cabeza a ninguna de las princesas del papel.

— ¡Me encanta Kat! Eres la mejor amiga del mundo mundial —Me abraza muy fuerte. Mi mamá me dijo que la bufanda le quedaría muy grande pero yo quería comprarla esa bufanda, era de niñas mayores y a Alice siempre le habían gustado mucho las cosas de mayores.

Después de comernos la tarta subimos a su habitación juntas para poder jugar con todos los muñecos que la habían regalado.

—Mi mamá tiene un novio nuevo y van a venir a vivir aquí con nosotras. —Sigue peinando a su muñeca nueva. —Y tiene un hijo de mi edad. ¡Es muy feo y encima me cae mal! —Río. A Alice todos los chicos le caen mal. Desde que su papá se fue con la bruja malvada a Alice no le caen bien los niños. Solo le cae bien mi padre porque hace unas galletas deliciosas.

No tengo ni idea, Tom quería que fuésemos a dar una vuelta pero necesito estudiar. Voy fatal. —Suspiro. Este curso mis notas están yendo realmente mal y el culpable es el chico que me acaba de agarrar por atrás, entrelazando sus dedos en mi vientre.

—Me voy, —Bufa Alice. —sois tan sobones que me dais arcadas. —Río por su comentario y la miro hasta que sale de clase acompañada con su aura de mal genio.

—Te he echado de menos. —Susurra en mi oído justo antes de dejar un beso en mi cuello.

—Cincuenta y cinco minutos separados por cuatro pupitres, ¿y ya me echas de menos? —Río y le cojo la mano para salir del instituto. Hace mucho frío, se nota que el invierno ya está aquí. Caminamos juntos hasta mi parada de autobús mientras que hablamos de nuestros planes para esta tarde.

—Entonces, ¿la filosofía es más interesante que yo? —Me muerdo el labio sonriendo. Estamos apoyados en la marquesina del autobús, separados por muy pocos centímetros mientras que me está mirando a los ojos. No puedo caer.

—Hay pocas cosas más interesantes que tú pero dudo que quieras que me pase todas las vacaciones de Navidad encerrada en casa por culpa de las notas. —Me separo un poco de él sabiendo que si no va a terminar convenciéndome. Rápidamente vuelve a acortar la distancia entre ambos y me besa. Cierro los ojos y me dejo llevar. Pasa el autobús y se lleva con él la marea humana que lo estaba esperando pero yo no monto en él. Ya cogeré el siguiente. Terminamos de besarnos y vuelve a mirarme.

—Bueno vale quedamos. —Digo y sonrío, en parte alegre por haber cedido pero consciente de que no es lo que debo hacer. —Pero en mi casa y alrededor de las ocho. Así por lo menos tendré un rato para estudiar. —La culpabilidad se disuelve un poco frente a este nuevo plan y sonrío.

—Como la princesita quiera. —Le doy un beso corto, despidiéndome así de él y, ahora sí, montando en el autobús. Ahora que no hay tanta gente en el bus consigo sentarme al lado de una mujer que lee el periódico del día. Recorro todo el camino hacía casa con una sonrisa tallada en mi cara. Es una sonrisa de satisfacción, de querer, de sentirse querido. De parecer completamente estúpida. Y de que te de exactamente igual. No puedo evitarlo, cojo mi teléfono móvil y abro la aplicación de Whatsapp. Busco a Tom y escribo:

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