El viaje

29 3 0
                                    

 El consumo de energía en el año 6266 es del orden de diez elevado a veintiséis vatios, es decir, un uno, seguido de veintiséis ceros. Lo que significa que el anillo Dyson alrededor del Sol que construimos nos proporciona toda la energía que necesita una civilización de tipo II, según la escala de Kardashov.

Hace tan solo un par de siglos, se tenía aún muy arraigada, la absurda idea de que una civilización de tipo II requeriría construir una esfera Dyson con un radio tan inmenso que llegaría a cubrir los tres primeros planetas. Esto no fue así. Menuda barbaridad, ¡de dónde pensaban sacar tanto material para su construcción!. Pero seamos condescendientes con nuestros ancestros, como espero que lo sean nuestros descendientes con nosotros. ¡No!, es suficiente un anillo muy cercano al Sol, orbitando perpendicularmente a la estrella respecto a la órbita del plano de los planetas.

En el siglo LXIII ya no hay países, ni guerras. Vivimos en una sociedad interplanetaria. Nuestra tecnología es tan avanzada que podemos construir ciudades en cualquier lugar que deseemos. Nuestra historia empieza abordo de un transbordador espacial en dirección a una de esas ciudades de Venus. Diseñadas para soportar una presión atmosférica de unas 90 veces la de la Tierra, además, de la asombrosa temperatura de su superficie, que ronda los 450°C.

Afortunadamente, en nuestras ciudades venusianas estamos protegidos por una cúpula hermética, y por supuesto, tenemos nuestro propio ecosistema interno, con condiciones más que agradables, que me atrevo a calificar de paradisíacas.

Pero, por qué construir ciudades en Venus. En realidad, los humanos, hemos colonizado muchos lugares, sin ir demasiado lejos; Mercurio y Marte también están colonizados. Pero Venus nos ofrece una gravedad mucho más adecuada, sólo un punto inferior a la gravedad terrestre, así que nuestro cuerpo se adapta muy bien.

Colonizamos todos los planetas rocosos del sistema solar cuando se produjo el inicio de una segunda revolución industrial debido al auge de la nanotecnología, aunque esto ocurrió hace siglos. El caso es que se extrajo mucha materia prima del conjunto de planetas necesaria para la construcción del anillo Dyson.

El anillo se compone de miles de millones de inmensas placas, colectores solares, que giran alrededor del Sol como si fuera un enjambre. Los colectores están formados por un material que soporta las altas temperaturas que genera el Sol en su fotosfera, es decir, unos seis mil grados centígrados, aunque ésta es la parte fría de nuestra estrella. Además, este material al que conocemos como dysonio, permite almacenar también la energía captada.

La nanotecnología nos otorgó la capacidad de manipular los átomos uno a uno, como si estos fueran ladrillos. Esta fabricación molecular fue el principio de un gran cambio en nuestra civilización, creamos materiales con las propiedades que necesitábamos, y así fue como surgió el dysonio.

Sin duda, fue Venus la industria más importante en la fabricación de placas de dysonio y hoy es el planeta más rico, pero el segundo en importancia. Por supuesto, La Tierra es el planeta principal de nuestra civilización.

––Señoras y señores, en breves minutos entraremos en la atmósfera de Venus ––se escuchó por la megafonía del transbordador.

Michael Renault Mageau dejó de escribir, guardó su pluma y cerró su cuaderno de piel haciendo uso de su larga tira enrollable, también de piel. Le gustaba escribir a mano y sentir el sonido de su trazo y el tacto del papel. En todos sus viajes, dedicaba tiempo a escribir sus pensamientos en sus cuadernos de aspecto medieval. Estaba acostumbrado a que la gente le observara con extrañeza, ya que era una afición, algo rara.

––Tres minutos para contacto con la atmósfera. Por favor, activen las medidas de seguridad ––nuevamente se escuchó por la megafonía.

Michael, se abrochó los cinturones de seguridad, al igual que el resto de tripulantes, y se preparó para la entrada en la atmósfera de venus, que siempre es algo brusca, pues es frecuente que nos reciba con notables fenómenos eléctricos, además de corrientes de viento de alta velocidad, que zarandean nuestros pesados transbordadores sin dificultad.

Sintiendo los sacudidas de la nave, un escalofrió recorrió el cuerpo de Michael, posiblemente por la preocupación que le ocasionaba el objetivo de su viaje, y que su subconsciente asoció al terrible suceso que de alguna forma le cambió para siempre.

*****

Un accidente terrible ocurrido el 16 de mayo del año 6240 destrozó, a un por entonces jovencísimo Michael Renault Mageau, que tan sólo contaba con 35 años de edad.

Afortunadamente, su cuerpo, no era tan difícil de reparar como el nuestro. En una civilización tan avanzada como ésta se decidió tener cuerpos que llamaron "inmortales", cuerpos en parte biológicos y en parte no. Cuando una persona llega a la edad de veinticinco años, su consciencia es transferida a un cuerpo nuevo, de la misma edad. Idéntico al suyo, aunque a veces mejorado caprichosamente; pero con una estructura osea artificial y mil veces más resistente. Para mantener nuestras sensaciones sensitivas intactas, estos cuerpos inmortales conservan toda nuestra humanidad; piel, carne, músculos, sangre y cerebro. Tienen muchas ventajas, pues estos cuerpos no se deterioran, no engordan, no envejecen ni enferman. Aun así, estos cuerpos inmortales no son inmunes a accidentes. Es decir, la muerte es siempre posible, pero no de forma natural.

Michael, fue intervenido de urgencias en el hospital más cercano. Hubo que realizar un trabajo de cirugía avanzada y se regeneraron algunas vísceras. Pero lo más peligroso fue lo concerniente al cerebro. Parte de su mente se perdería para siempre, hubo que extirpar una porción relevante de su masa cefálica, sabiendo que desvanecería para siempre parte de sus recuerdos, y que afectaría, con toda seguridad, a su personalidad. Pero no había alternativa, era la única posibilidad de supervivencia. Y por consiguiente, la familia autorizó la operación.

El informe de alta médico especificó que transcurrido un tiempo suficiente de recuperación, debería someterse a implantes artificiales neuronales en la parte desalojada de masa cefálica.

Después de la operación, Michael no recordaba los detalles de su propia vida y ni siquiera reconocía a sus seres queridos. Se movía con dificultad, y además, tenía dificultad para hablar. Sin embargo, expresaba bien sus ideas escribiendo y era capaz de realizar razonamientos complejos.

La recuperación de Michael necesitó dos meses, tras la cual, fue sometido a la operación de reconstrucción cerebral. Hay que señalar, que en la primera operación, la masa cefálica extraída no fue sólo de una zona continua, sino de un conjunto de zonas distantes. En palabras más claras, el cerebro de Michael parecía un queso de gruyere, y viéndolo por dentro, costaba explicar que aquel hombre pudiera estar vivo.

Fue una época complicada y de gran desánimo. Además cuando ocurren estas cosas, normalmente todos los familiares se pierden en la terminología médica, y aunque posteriormente a todo esto, Michael leyó y releyó el informe médico sobre su intervención cerebral, lo cierto es que no logró saber exactamente que le hicieron dentro de su cabeza. Pero funcionaba bien, quizás mejor que nunca.

El informe médico de alta de la segunda intervención lo firmaban cuatro doctores. De manera que Michael realizó una búsqueda por sus nombres en la RGI (red global de información) ......

Conozco tu secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora