Claustrofobia, sí

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Cuando los koi se pierden en la espesura, lanzamos un suspiro colectivo. Estamos vivos. Clarvi se duerme de pie y Absent tiene un corte muy feo en el brazo, pero estamos vivos.

- ¿Estás bien?- pregunto a Absent.

- Sí... sólo necesito... curarme...- responde. Acto seguido, pone su mano sobre la herida. Empieza a salir luz de ella, y en pocos segundos su piel vuelve a estar cómo nueva, sin rastro de sangre o una cicatriz... Y entonces se desmaya.

- Absent. ¡Absent! - grito yo.

- Estoy bien. Sólo voy a dormir un rato. - contesta.

Miro a Clarvi. No tiene heridas visibles, pero también duerme sobre una roca cómo si nada. Y yo que creía que los magos eran invencibles o algo.

- He, marmotas! Nos persigue el Imperio, así que más vale que me digáis que hay un medio de transporte para salir de Laurentum en esta montaña. -

- Pues resulta que sí. - contesta Clarvi.

- ¿ Va en serio? - pregunta Absent.

- Sí. Hay una cueva de viento en la cima. - responde.

- ¿Qué es una cueva de viento? -

- Ya lo verás. Te encantará. - contesta con una sonrisa maliciosa.

Nos ponemos en camino a través de la maleza que crece en la base de la montaña. El Puño de Kraj es llamado así en honor al dios de la tierra, y es la única montaña de Laurentum, aparte del barranco oriental y occidental. Es tan alta que hay testimonios de sildes que  murieron intentando sobrevolar la cima. Que siniestro. Aún así, Clarvi se dirige con decisión a un punto en concreto. Cuando pega un grito de alegría, me adelanto para ver que rayos la ha emocionado y lo lamento enseguida.

- ¿Una cueva? ¿ De verdad? - pregunto, poniendo cara de decepción.

- La gracia está en lo que hay dentro, tonta. - dice Clarvi.

No tendría que haber dicho eso. Puedes pedirme que mate a un jabalí con las manos, que descubra una estrella sin los ojos, que escale una montaña con los dientes o cruze el continente caminando de rodillas. Pero no me obligues a meterme en una cueva.

- No puedo entrar ahí dentro. - digo en voz alta.

- ¿ Por qué? - me pregunta Absent.

- Cada vez que entro en un sitio cerrado siento que  no puedo respirar. - confieso.

-¿De verdad tienes claustrofobia?- pregunta Clarvi.

- Relájate, Írisa. Sólo son diez metros. - dice Absent.

-Paso.Llegaré volando a la cima. -

- Y una mierda de dragón. No temos tiempo, señorita " Más vale que haya un medio de transporte para salir de Laurentum en esta montaña". - dice Clarvi, poniendo voz de falsete.

- Vaaaaaale.- contesto.

Nos metemos dentro de la grieta  en la pared, dejando atrás la cálida luz del sol. Absent enciende una lucecita en su dedo y veo una construcción con forma de cilindro encastada dentro de un hueco en la pared.

- ¿ Qué es eso? - pregunto.

- Se llama ascensor. Entra. - me contesta Clarvi, abriendo la puerta de esa cosa.

Con un suspiro de resignación, me meto dentro seguida de mis amigos. Absent cierra la puerta y se agarra a una barandilla de la pared.

- Agárrate. - dice.

- ¡Me dijiste que eran diez metros! -chillo alarmada.

- Heee... Mentí. - contesta riendo. Su mano roza un símbolo en la pared y este se ilumina. De repente, noto como el ascensor da una sacudida y sale disparado hacia arriba a toda velocidad. Yo me limito a gritar y agarrarme a la barandilla hasta hacerme daño .

Por suerte no dura mucho. El ascensor se para y yo salgo corriendo fuera. Estamos en otra cueva, pero esta parece escarbada en la roca y está iluminada con antorchas. Respiro profundamente un rato y me calmo. Entonces me giro, y Absent se lleva un puñetazo en el estómago.

- Eso por mentiroso. - le digo.

Continuo por la cueva yo sola sin esperarles. Al girar por un girar a la derecha en un cruce , veo que el pasillo acaba en una especie de conjunto de terrazas enormes. Y fuera, se ve una tormenta brutal. Cuyas nubes tienen ojos.

Sildes, los hijos del aire.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora