Nos persiguen dragones

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Una nueva lluvia de flechas se clava en la pared justo delante de mí. Sólo un silbido de advertencia ha evitado que acabara pareciendo un erizo.¿ Cómo demonios han podido los soldados de la otra punta de la ciudad saber que estábamos aquí? Es casi imposible.

Mis alas zumban mientras giro entre las calles de Marla, esquivando guardias, y me llevo por delante a uno que intentó pararme con su cuerpo. Hay que ser tonto. Puedo alcanzar los 100km/h.

Cuando me lo quito de encima, veo delante mío la puerta de la ciudad, y a mi izquierda a Clarvi, que trata de evitar ser ensartada en una lanza y acabar cómo una aceituna. Una patada voladora  (nunca mejor dicho ) deja inconsciente a su agresor.

- Dónde está Absent! - digo yo, al ver que no está con ella.

- No lo sé! Nos hemos dispersado! - responde.

- Allí!  - grito yo.

Absent corre por el borde de la muralla haciendo equilibrio, huyendo de una decena arqueros que le disparan como si les fuera la vida en ello.

- Corre y cruza la puerta! Nos vemos al otro lado! - grito, y alzo el vuelo de nuevo, esta vez en dirección hacia el mago. Pero en vez de chocar contra él, le agarro de un brazo y lo arrastro fuera de la muralla conmigo.

Su peso me desequilibra y aterrizamos a unos metros del muro, con un golpe del cual nos saldrán moratones. Veo como Clarvi sale por la puerta y se dirige hacia mí, mientras Absent dice algo y las flechas que vuelan hacia nosotros se desintegran. Clarvi choca contra mí, nos coge de una mano a cada uno y entonces todo se hace oscuridad.

Noto como mis pies tocan tierra y mi vista se enfoca, aunque la cabeza me da vueltas todavía. Estamos en un bosque poco denso, con un suelo húmedo y embarrado. Oigo detrás mío el ruido de agua corriendo, como un río. Veo que Absent está a mi derecha, también desorientado. Clarvi está apoyada en el tronco de un árbol, y le sangra la nariz. No tarda ni dos segundos en desplomarse.

- Clarvi! - grito yo, y camino hasta ella, a pesar de que mi equilibrio es ahora de -1. Ella parece sencillamente dormida, excepto por la sangre que le sale por la nariz.

- Estará bien, tranquila - dice Absent - Sólo necesita descansar -

- ¿Cómo lo sabes? -

- Nos ha tele-transportado lejos del peligro, pero ha cubierto mucha distancia y ha gastado demasiada energía. Estará bien en un rato -

Me giro y observo el río. Es de un color claro azulado. Al otro lado de la orilla, hay unas piedras que brillan de forma extraña De repente, todos los indicios me dicen dónde estamos y un escalofrío me recorre la columna. Cojo mi arco ( que ha estado colgado a mi espalda todo este rato) y coloco una flecha en la cuerda a toda velocidad.

- Absent, coge a Clarvi e intenta que se levante. Ya. - digo yo

- ¿Que has visto? - pregunta él alarmado.

- Si no me equivoco, eso que brilla allí son perlas. Y no hay perlas en tierra firme. -

- A no ser que estemos ...- intenta decir, blanco como el papel.

- Exacto. Coge a Clarvi y que se despierte ahora. Estamos en la Isla de las Perlas. -

Absent corre hacia Clarvi y trata de levantarla, mientras yo vigilo el río. Es muy ancho, y tan profundo que no se ve el fondo. Mala señal. Miro de nuevo las perlas en la otra orilla. Relucen, son redondas y rosadas. Peor señal aún. El agua empieza a burbujear y me alejo del río asustada.

- ¡Corred! ¡Yo lo distraigo! - grito. Absent está tan asustado que ni me cuestiona.

Demasiado tarde. El río explota cuando de él sale una criatura del tamaño de un caballo, de escamas rojas y negras, con dos patas delanteras acabadas en garras y cola de pez. Un dragón acuático.

Sildes, los hijos del aire.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora