Dejé de lado a Oliver Queen y su equipo para centrarme en Marina, como solía hacerlo desde unas semanas para acá. No imagino el dolor de perder a tu mamá para después ser acogido por la madrastra de Cenicienta; luego tomar la difícil decisión de cambiar de país y hacerse responsable de su hermana por completo. Se requiere mucho valor para hacer semejante cosa y vaya que Marina era valiente.

Entre pensamientos e ideas comenzaba a quedarme dormida cuando sentí mi celular vibrar. Te espero mañana a las 11. Tendrás que conocer a R. Sentí que el sueño se fue de pronto. ¿Es seguro? Tardó un poco en responder: Es preferible que te conozca y no que se entere por otro lado (Dalia). Aparte nunca te pondría en peligro. Descansa, Natasha. Sonreí como tonta, medité un momento antes de contestar: Confiaré en ti :) Descansa, Marina. Esperé una vez más pero nada llegó. Me quedé pensando en ella un rato más antes de sucumbir ante Morfeo.

Me levanté más temprano de lo normal, estaba demasiado ansiosa por verla de nuevo pero estaba aún más ansiosa por la cita con R, ¿cómo sería?, ¿cómo manejaría el hecho de que Miguel no era más el chofer?, ¿me aceptaría? Decidí meterme a la ducha para ahogar tantas preguntas que rondaban por mi mente.

Agradecí que al terminar ni mamá ni papá estaban en casa esto evitaba el típico interrogatorio matutino. Un poco de fruta, jugo y cereal para comenzar el día aunque poco pude comer porque las dudas y miedos llegaron a mí de nuevo. Encendí la tele mientras intentaba comer; pasaba por todos los canales hasta que me quedé en Cartoon viendo antiguos capítulos de Scooby-Doo.

Vi un par de capítulos, llevé mis trastes al fregadero y subí de nuevo a mi habitación. Vi un destello en la pantalla de mi teléfono justo cuando entraba, fui hasta él y me encontré con un mensaje de Marina: No estés nerviosa, todo saldrá bien. Buen día. ¿Por qué no puede ser así de agradable todo el tiempo? Respondí: ¿Nervios? Para nada. ¿Quién te dio mi número? No tardó: Tengo mis contactos ;) Te veo pronto. Pero por supuesto que te veo pronto.

Me monté al taxi justo a las diez en punto, no aguantaba más la desesperación y pensé que quizá unas vueltas en el taxi me ayudaran a menguar la espera y los nervios.

A la hora exacta que Marina me dijo, estaba tocando el timbre de la casa del tal R. Unos segundos después me abrió Dalia. La chica me miraba con una sonrisa maliciosa mientras sostenía con la mano la puerta y con otra un cigarrillo. Detrás de ella pude ver a Marina que miraba con odio a la morena que tenía frente a mí.

- Es un placer volver a verte...- me dijo mientras me estudiaba de arriba abajo. Se quedó esperando a que le dijera mi nombre.

- Natalia.-

- Natalia-repitió. Había algo en su mirada que me decía que no se podía confiar en esa chica- pasa- abrió más la puerta y se apartó dejándome pasar dentro de la casa.

La casa tenía un hall bastante amplio. Comencé a mirar disimuladamente todo lo que allí había, jarrones, cuadros, muebles, se me hacía como un intento de mostrar opulencia, pero no logrando su objetivo, es decir, todo parecía falso y exagerado, incluso vulgar. Llegué al lado de Marina que me recibió estrechándome la mano. Su semblante era muy frío y serio.

- Por aquí- abrió una puerta doble que llevaba al salón.

Al igual que el pasillo, el salón era muy pomposo y recargado. Tenía dos sofás enormes alrededor de una mesa de café cuadrada y en uno de esos sofás había un hombre esperándonos.

Cuando me vio entrar se puso de pie y al acercarme lo pude ver bien. Era un hombre alto, de unos treintaitantos, rapado, aunque se podía apreciar que su rapado era a causa de estar calvo en algunas zonas de la cabeza, y era delgado. Llevaba un traje y, tal vez si lo veías de lejos, se podía pensar que era un hombre distinguido pero cuando lo tratabas a distancias cortas la cosa cambiaba. Pretendía aparentar, al igual que con su casa, lo que no era o esa impresión me daba.

Almas CapturadasWhere stories live. Discover now