Ale y Gaby vienen de otro universo

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 Las estrellas y planetas del universo que abandonamos se deforman en haces de luces multicolores a nuestro alrededor y forman un túnel, que atravesamos. Una vez del otro lado, los haces de luz se contraen de nuevo revelando estrellas y planetas diferentes a los anteriores. También galaxias. Nos llama la atención un cúmulo de astros cubierto de polvo cósmico azul.

Aunque estamos en otro universo, los enemigos todavía pueden venir por nosotros. ¡Debemos escondernos! Accedemos a las crónicas y constatamos que ya hemos estado aquí. En esta realidad, además, han vivido distintas humanidades y existe un planeta Tierra. Nos transportamos por el espacio hacia allí, esta vez a través de un portal verde.

Llegamos a destino y atravesamos la atmósfera, descendiendo hacia los mares y continentes, a medida que nuestra totalidad se contrae y se vuelve fractal, a medida que vibramos cada vez más despacio. Una ciudad, un vecindario, una casa. Los humanos no pueden vernos ni sentirnos, nuestras partículas atraviesan la materia. Descendemos sobre una casa como una bola de energía entramos en ella, envolviéndola.

Mientras los habitantes duermen, el lugar se transforma: aumenta de tamaño y le aparece un nuevo piso. En su interior, los cuartos comienzan a llenarse de objetos: muebles, libros, cuadernos, ropa, fotos. Nuestra energía llega a los cerebros de los habitantes; una pareja de humanos adultos, que duermen tranquilos. Imágenes nuevas se suman a sus memorias y a las de los otros humanos del vecindario, a medida que nuestro poder se las transmite.

Luego ascendemos al piso superior que creamos. Allí, moldeamos nuestra energía para formar cuerpos, cada uno durmiendo en su cuarto. Brillan y fluctúan, aún traslúcidos, mientras hacemos los últimos ajustes antes de entrar en ellos. Segundos después se solidifican: están hechos de huesos, órganos, piel y cabello. Y tienen recuerdos.

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Gracias SassyArts por la hermosa tapa. <3

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